FORMANDO PATRIOTAS DESDE EL EJÉRCITO

Domingo Monterrosa y el pueblo Salvadoreno

Domingo Monterrosa comprendió que el Ejército no era simplemente una fábrica de máquinas de guerra, sino una escuela de patriotismo.
La mayoría de jóvenes que ingresaban al ejército en la guerra y en la actualidad, son jóvenes de extracción muy humilde, pero no por ello incapaces de grandes actos heroicos como diariamente lo demostraban en el fiel cumplimiento del deber.
En ese sentido se preocupó en la formación de sus cuerpos y sus espíritus. Supo combinar la educación espartana, sin llegar al maltrato o la humillación, y la educación ateniense, inculcándole el amor por la patria, la teoría militar y conocimientos básicos para poder desempeñarse en la vida civil una vez terminaran su servicio militar o la guerra misma.
Monterrosa se exigió y se continuó exigiendo a sí mismo durante toda su vida, para adquirir una capacidad física superior a la de sus compañeros de armas, y sabiéndose negarse a sí mismo podía con propiedad exigirle que lo hiciera a sus soldados. Sabía ignorar el dolor, el cansancio, el hambre, porque existía un ideal superior: el cumplimiento del deber por la patria.
Pero sus soldados no eran simples soldados de infantería, eran soldados de fuerzas especiales, caracterizados por una capacidad superior de combate y un coraje por el cumplimiento de la misión encargada por sus superiores con el único límite de la entrega de la propia vida, la cual se entregaba con gusto, porque se sabían seres escogidos y predestinados para el honor de los héroes.
Muchos patriotas los identificamos por las estatuas que la sociedad les erige en algún momento de la historia, pero los patriotas formados por Monterrosa quizás han quedado en el anonimato y ojalá algún día se les honre siquiera en un monumento nacional al Soldado Desconocido, quizás como el levantado en los Estados Unidos en memoria de los soldados caídos en Vietnam, en su momento muy incomprendidos, pero que igual entregaron su vida por la bandera de las barras y las estrellas.
El comando Atlacatl llevaba la Patria en su corazón y en su mente, al portar y usar su fusil lo hacía no con odio, sino con el deseo de usarlo contra los enemigos de su amada Patria, según las órdenes de sus superiores.
En el fragor del combate no conocía el miedo, las balas pasaban sobre ellos sin tocarlos, porque conocían el arte de la guerra de guerrillas, tan antigua como la misma guerra. Poseían una capacidad de fuego inigualable, desde las alturas, los desembarcos aerotransportados eran especialmente temidos por la guerrilla. El único abastecimiento que necesitaban era de munición, porque el hambre no era obstáculo para cumplir la misión, y si se acababa la munición, también su capacidad era inigualable en el combate cuerpo a cuerpo y en las trampas elaboradas con materiales de la naturaleza.
De esos patriotas necesitamos ahora, que entreguen la vida no por dinero, ni por banquetes, ni por honores, solo por amor a la Nación que los vio nacer.
Desgraciadamente en la actualidad, el mercantilismo ha opacado el patriotismo, la guerra y la manipulación del sistema educativo ha eliminado el civismo y el amor por lo nuestro, sustituyéndolo por anti valores foráneos.
Ojalá el recuerdo de la memoria de nuestro Héroe despierte nuevamente el patriotismo entre las nuevas generaciones, especialmente de los nuevos oficiales y elementos de tropa que año con año mantienen viva la Institución Armada, base fundamental de la República.
Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

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