UNA PALABRA MAS POR MI CHARLY MONTERROSA

Domingo Monterrosa y el pueblo Salvadoreno

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Domingo Monterrosa es un diamante fíinamente labrado por el Creador, en el que cada día se descubre una nueva cara y nunca dejaremos de alabar sus virtudes, siendo casi imposible encontrar un defecto.

Fue un hombre fuera de serie para su tiempo, o más bien era un enviado de Dios que nos trajo un mensaje bien claro: aún en los tiempos modernos es posible vivir con honor, es posible vivir por un ideal, es posible morir en el cumplimiento del deber y cubrirse de gloria.
Evidentemente sus enemigos, aquellos que se veían brutalmente deformados cuando se reflejaban en el espejo de sus virtudes, tratarán de atacarlo, de disminuirlo, es como si los habitantes de las tinieblas le tiren piedras al sol o lo quieran apagar a escupidas.
Domingo Monterrosa ya no pertenece a esta dimensión de la realidad, pertenece al mundo espiritual, eterno, glorioso, ya superó el mundo material y mundano, entonces, digan lo que digan de él no pueden restarle ni una pizca de gloria.
La gloria de los héroes es muchas veces levemente idealizada por los hombres, ni las condecoraciones, ni los homenajes, ni el monumento que un día levantaremos sus hijos, le agregará un laurel más a la corona que Dios ya puso en sus sienes.
Y cuando digo “sus hijos” me refiero a todos los que en este mundo le idolatramos. Domingo Monterrosa ya se universalizó, se hizo de su pueblo, se dio para su pueblo y se encarnó en el espíritu de su pueblo.
Es la gente del pueblo la que tiene la dimensión exacta de lo que Domingo Monterrosa fue, o más bien, es. Es de los labios de las personas humildes, de sus soldados, de la gente que liberó de las garras terroristas, de la gente que lo admiró, de aquellos que cantan su corrido, de todos los que leen este blog, de los que dejan sus comentarios, Dejó de ser un documento clasificado y pasó a personificar el ideal del soldado salvadoreño y del patriota que desea servir a su Patria.
Domingo Monterrosa sigue trotando en los comandos de fuerzas especiales, sigue saltando en sus paracaidistas, sigue vigilante del honor de los cadetes de la Escuela Militar, sigue gritando desde su tumba que hay que vivir con honor, pobremente pero con dignidad. Desde las páginas que escribió con su sangre y sudor nos sigue enseñando cómo conducirnos por la vida.
Su lema sigue inspirando a nuestros comandos, su nombre llena de orgullo a la Tercera Brigada y a toda la Fuerza Armada, le enoje a quien le enoje.
Descanse en la Eternidad mi Charly, que nosotros y nuestros hijos velarán por esta inmensa riqueza que nos dejara su ejemplo y su vida.
Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

ASI ERA DOMINGO MONTERROSA

Domingo Monterrosa y el pueblo Salvadoreno

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Un dia cualquiera de 1984 llego mi Cnel. Monterrosa a Las instalaciones del DM-4 su seguridad se quedo en el pequeno jeep que el conducia.El capitan de cuartel no estaba en su escritorio por que habia ido a la ayudantia, por lo que los honores se los hizo el Sargento de guardia, despues del protocolo pidio ser anunciado con el comandante del destacamento, y procedio a acostarse en el suelo de la guardia de prevencion con el sombrerito gringo en la cara, momentos despues cuando el capitan de cuartel un STte. recien ascendido regresaba al escritorio vio a este individuo rebolcado y sudoroso tirado en el suelo, procedio entonces a pegarle una patada en las costillas y le dijo “levantate muergano” casi al mismo instante con una cuadrada de comando el Sargento de guardia le dijo “Le doy parte mi coronel que dice el Sr. Comandante que puede pasar” percatandose de su grave error el oficial corrio para poder cuadrarsele antes de que el dentrara a la Comandancia y le dijo “Por favor disculpeme mi coronel yo le pegue esa patada por que pense que era un soldado” con una mirada que tenia comprension y amor de camarada mi Coronel le respondio, “Ay hijo… asi no se trata al soldado” ese oficial se quedo en la posicion de firme como por 20 segundos meditando la respuesta, creame… es una eternidad y si en mi juventud yo hubiera entendido la profundidad de esto, lo habria dibulgado antes. De el Libro “Chusillo” Morazan tierra de heroes y martires, de ANTONIO MIRANDA

LA VISIÓN DE LA GUERRA DE MONTERROSA

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Domingo Monterrosa no entendía la guerra como lo hacían los políticos o los mercaderes de la guerra.

Él era un profesional de las armas, había aprendido a cumplir su deber con honor, y su deber consistía en resguardar la soberanía nacional y la integridad del territorio nacional.
Monterrosa sabía que la guerra tenía un trasfondo político: la visión comunista de los terroristas del FMLN que pretendían, según la teoría marxista, tomar el poder por las armas, no por la voluntad popular, al costo que sea. Recordemos que él siguió el Curso de Guerra Política en Taiwan, y conocía a perfección los detalles de la conspiración comunista internacional.
Sabía también que los políticos salvadoreños trataban de instaurar un sistema democrático y constitucional de derecho, pero nunca le interesó la política partidaria, a pesar de ser compañero de promoción en la Escuela Militar con el Mayor Roberto Daubuisson, fundador del Partido ARENA, a quien le salvó la vida el 7 de mayo de 1981 cuando iba a ser fusilado junto a un numeroso grupo de los fundadores de ese partido por orden del Coronel Majano, con el pretexto de que estaban organizando un golpe de estado contra la Junta Revolucionaria de Gobierno, pero también a quien no quiso recibir en la Tercera Brigada de Infantería cuando el Mayor andaba en la campaña presidencial de 1984, ya que su lucha no era política sino militar.

El Coronel Monterrosa no entendía la guerra como una fuente de enriquecimiento, siempre vivió pobremente y murió pobremente, como mueren los héroes. Nunca se prevaleció de su cargo creando plazas fantasmas, ni cobrando seguros de soldados que nunca murieron porque nunca existieron, ni apropiándose del dinero del rancho de los soldados, ni recibiendo sobornos en la Policía Nacional, ni creando gastos ficticios en los operativos, ni vendiendo armas, ni negociando con la guerrilla.

Por eso la guerrilla lo odiaba, porque cumplía a cabalidad su misión como militar y como comandante de unidad, nunca se prestó a ninguna movida, aunque muchas veces las descubrió o fue víctima de ellas, como cuando arrebató armas a la guerrilla en oriente que ya habían sido capturadas anteriormente en un operativo en Chalatenango ¿Cómo salieron de los almacenes de la Fuerza Armada? o cuando durante un operativo en Morazán los cartuchos de 5.56 mm de los M-16 no percutaban, y descubrió que era munición vencida que había sido maquillada para hacerla pasar por munición nueva.

Monterrosa era incapaz de poner en riesgo la vida de un tan solo recluta a cambio del cochino dinero. Ese sobrepeso nunca lo anduvo en su mochila ni en su conciencia.
Él cumplía su deber como soldado y presentaba resultados a través de las victorias en sus operaciones, y cuando sufría un revés, corregía y avanzaba, nunca se rindió.
Tenía grandes diferencias entre la visión de la guerra del Alto Mando y sus planes de victoria militar. Días antes de morir le solicitó al Estado Mayor más recursos para la Operación Torola IV, asegurando una limpieza total del norte de Morazán, pero se los negaron, claro, su estrategia junto al Pentágono era la llamada Guerra de Baja Intensidad que buscaba desgastar en el tiempo al enemigo y no una victoria definitiva, arrasadora y total como la que pretendía el Coronel Monterrosa.

Definitivamente Monterrosa no era político, y quizás esta no era su guerra, porque era una guerra sucia que no podía ser peleada con honor. Quizás ni siquiera era la época de Monterrosa, porque ya no se lucha con honor. Probablemente Monterrosa era un espíritu guerrero de las guerras de la antiguedad donde la guerra era guerra, donde la lucha era frontal, cuerpo a cuerpo, no en las mesas de transe como muchos lo hicieron a costa de la vida de miles de salvadoreños.

Pero Monterrosa goza ya de la Gloria de la Eternidad, ya ha recibido los verdaderos laureles del honor de manos del Gran Comandante. Pero su ejemplo queda a los militares de ayer, de ahora y de mañana como un modelo a seguir si se quiere vivir, y sobre todo, morir con honor.

Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro