SI NO HUBIERA MUERTO DOMINGO MONTERROSA

¿CÓMO HABRÍA SIDO EL SALVADOR SI NO HUBIERA MUERTO DOMINGO MONTERROSA EN LA GUERRA?
Por Guido Miguel Castro

El blog de Domingo Monterrosa no es responsable de la opinión de sus colaboradores y los comentarios de sus visitantes.

La muerte heroica del Teniente Coronel Domingo Monterrosa Barrios, tomó de sorpresa a todo el mundo: a los gobernantes de turno, a la Fuerza Armada, a los asesores militares norteamericanos, a la población en general, a la opinión pública nacional e internacional y a los mismos terroristas del FMLN a quienes se les ocurrió adjudicarse la muerte a través de una estrategia que nunca existió.

El Coronel Monterrosa enfrentó menos de los primeros cuatro años de guerra, pero de haber seguido comandando sus tropas, seguramente la guerra habría terminado con una victoria contundente sobre los terroristas en unos dos o tres años más, quizás hubieran quedado algunas bandas terroristas desperdigadas en el territorio nacional, pero sin otorgarles a los terroristas todas las concesiones que el gobierno de turno, durante la firma de los acuerdos de paz, les concedieron.

La victoria militar habría permitido invertir los millones de dólares de asistencia militar que se gastaban durante la guerra y mucho más, en proyectos de desarrollo y reconstrucción de la economía nacional.

Los actos heroicos de Domingo Monterrosa hubieran inspirado a los nuevos oficiales para actuar en su relación con sus tropas y en el teatro de operaciones como lo hacía él.

Él nunca hubiera aceptado cargos políticos en el Ministerio de Defensa, de hecho, ya los había rechazado, y aun retirado, habría seguido siendo instructor militar, porque esa era su vida. Sacarlo de la vida militar habría significado probablemente su muerte gradual.

Hombre honrado y sin vicios, nunca se habría retirado para ser “hombre de negocios”, ni a disfrutar de dineros mal habidos. Habría vivido de su pensión oficial, gozado de sus nietos, y seguramente, les habría inspirado el seguir la vida militar.

La presencia de Domingo Monterrosa habría sido inspiradora para las nuevas generaciones de oficiales, seguramente habría formad parte del cuerpo docente de la Escuela Militar y de las unidades especiales.

Habría velado por los derechos de todos los veteranos de guerra, y estos no habrían tenido necesidad de andar mendigando beneficios como lo hemos observado durante muchos años.

Si la paz hubiera llegado con la victoria militar la izquierda no habría tenido la oportunidad de crecer como ha crecido, ni habrían podido manipulado los organismos internacionales para señalar a la Fuerza Armada como la mala de la película, cuando fueron ellos los que derramaron la primera sangre cuando asesinaron a dos Guardias Nacionales en el Hospital Bloom, comenzando la vorágine de violencia que duró hasta 1992 y que ahora ha tomado un giro social.

De no haberse alargado tanto tiempo la guerra no se habrían destruido los valores ni la familia salvadoreña. Los salvadoreños habrían continuado en su terruño y no existirían tantos emigrantes en tierras extranjeras.

Domingo Monterrosa hubiera sido un referente moral en la vida nacional y habría señalado con valentía los abusos y la corrupción de los políticos. Seguramente algún partido lo habría propuesto como candidato a la Presidencia de la República, aunque nunca fue esa su aspiración, y fácilmente habría ganado frente al desgaste de la clase política. Si eso se hubiera dado, seguramente habríamos tenido una nueva era de desarrollo y progreso como el período que vivimos entre 1932 y 1979.

Sin embargo Dios tenía otro destino para Domingo Monterrosa: morir en la gloria del heroísmo, morir en el cumplimiento del deber, compartiendo con sus soldados hasta el dolor de la muerte en acción.
Monterrosa nació para vivir con gloria en la posteridad. Por más que sus enemigos intenten ensuciar su memoria, la verdad siempre se impone en Domingo Monterrosa Barrios.

No era su destino ser político, no era su destino la Presidencia de la República, su destino era ser soldado, ser el mejor soldado de la historia y convertirse en el modelo a seguir por las presentes y futuras generaciones de soldados en El Salvador y en el mundo. De hecho, se ha convertido en un referente necesario en la ciencia militar, especialmente en la formación de las Fuerzas Especiales.

El lema “Por la Patria y con Dios”, constituye un resumen perfecto de sus ideales: la entrega total a los ideales de la Patria como una vocación recibida de Dios desde el inicio de su exigencia, protegiendo al inocente y castigando con toda la fuerza y contundencia necesaria a los enemigos de la Nación.

La realidad nos muestra a nuestro Héroe en la plenitud de su dimensión militar y humana, un hombre que ha pasado a la posteridad como ejemplo a seguir y cuya memoria hay que respetar y resguardar.

¡Por la Patria y con Dios!

DOMINGO MONTERROSA BARRIOS: EL HÉROE

domingo_monterrosa_el_heroeDOMINGO MONTERROSA BARRIOS: EL HÉROE
Por Guido Miguel Castro

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Desde hace algún tiempo no escribo sobre mi Charly Monterrosa, pero no es porque había dejado de pensar y analizar su figura histórica dentro de nuestra gloriosa Fuerza Armada, sino porque he estado reflexionando sobre su faceta como Héroe del Ejército Salvadoreño (Héroe con mayúscula), no como un héroe, sino como El Héroe.

Todos los pueblos y las instituciones humanas necesitan exaltar las virtudes de aquellos que han sobrepasado el común denominador de los mortales. Necesitamos tener como modelos a seguir aquellos hombres que han sido capaces de trascender el anonimato y dedicaron toda su vida a algo tan simple como hacer las cosas bien, en orden y completas.

La vida militar se caracteriza por una exigencia superior a la vida de los civiles, pero dentro de estas exigencias, hay soldados que logran alcanzarlas en grado superlativo, más que por condiciones superiores, lo han logrado a fuerza de voluntad, de una voluntad férrea a toda prueba, que han superado el conformismo de simplemente pasar la prueba y luchan por hacerlo de manera lo más cercano a lo perfecto que puedan.

Domingo Monterrosa superó en primer lugar las condiciones de pobreza que a muchos los condena al conformismo de nacer y crecer sin ninguna aspiración. Salió del terruño en Berlín y llegó a graduarse de bachiller en uno de los mejores colegios de la época, el Liceo Salvadoreño.

Decidió, luego de una profunda reflexión, seguir la carrera de las armas en la gloriosa Escuela Militar “Capitán General Gerardo Barrios”. No era el cadete de mejor porte ni condición física, pero era el que más valor e hidalguía tenía. Desde que tomó su decisión empezó a amar su profesión, con un amor tan profundo que trascendió en amor Patrio, y conociendo el peligro que corría, nunca escatimó esfuerzo alguno en cumplir su deber como soldado, aún a costa de su propia vida. Le ofrecieron cargos de escritorio que lo alejarían de la primera línea de fuego, pero antes que Coronel él sabía que era soldado y por ningún cargo dejaría a sus soldados, a quienes amaba como a sus propios hijos, porque junto a ellos luchaba, sufría, lloraba, comía, se cansaba y los acompañaba al campo de batalla, al hospital o al cementerio.

Salió al encuentro de la muerte muchas veces, hasta que le tocó el turno de acompañarla. No le temía. Él había sumido no solo que como hombre debía morir algún día, sino que su muerte tenía que ser con honor, con gloria y en el cumplimiento del deber. Solo así puede ser la muerte del verdadero soldado.

Ese valor en enfrentar al enemigo y de enfrentar la muerte, solo puede hacerlo un héroe de su calibre.

Dentro de su formación militar buscó siempre la perfección, saber cada día más, ser el mejor en cada curso, superar sus propias limitaciones humanas, y de esa manera, poco a poco, se fue transformando en un ser fuera de lo normal, porque de esa manera podía exigir a sus subalternos, con quienes caminaba a la par, los animaba, les demostraba que no les exigía imposibles, y por eso sus soldados daban la vida por él y se enorgullecían de morir bajo su mando.

Monterrosa se ha convertido en el mejor referente de cualquier soldado, quizás en el modelo inalcanzable, pero es la referencia del auténtico soldado salvadoreño.

Domingo Monterrosa Barrios es el Héroe que nadie podrá expulsar del corazón de la Fuerza Armada. Podrán pretender borrar su nombre de las instalaciones militares, pero es imposible sacarlo de la mente y el alma de los oficiales que lo conocieron, que siguieron su ejemplo, que lucharon junto a él, ni de todos los nuevos oficiales que han conocido extasiados los relatos de sus acciones militares, del amor a su carrera militar y que sueñan con imitarlo.

Es el patriota por excelencia, el que nos ha demostrado que hay valores superiores a la fama y a las riquezas, y que vale la pena luchar por ellos. Murió pobre como lo hacen los verdaderos héroes, porque nunca tuvieron tiempo para ellos y se dedicaron solamente a cumplir su deber y a conducir a sus hombres solamente hacia la victoria, sin medias tintas.

Sus enemigos lo odian no solo por su capacidad operativa y táctica, por la contundencia de sus resultados y sus éxitos militares, sino, sobre todo, porque nunca podrán igualar su amor por la Patria ya que la historia ha comprobado que ellos actuando con odio de clases, solo buscaban los beneficios económicos del poder.

Domingo Monterrosa ha pasado a la gloria en la posteridad como el Héroe por excelencia, trazó el único camino que puede y debe seguir un soldado salvadoreño, y nos ha demostrado que el amor por la Patria pasa necesariamente por el sacrificio y el honor.

¡Viva Monterrosa por siempre en la memoria y el corazón de los verdaderos salvadoreños!

¡Por la Patria y con Dios!