EL CINISMO DE LOS ENEMIGOS DE DOMINGO MONTERROSA

Portada de La Prensa Grafica 1984

Portada de La Prensa Grafica 1984

El blog de Domingo Monterrosa no es responsable de la opinión de sus colaboradores y los comentarios de sus visitantes.

Cuando estudiamos el desarrollo del proceso del conflicto armado salvadoreño, nos encontramos con dos formas distintas de enfrentar esa lucha. Por un lado, los terroristas se guiaban por la llamada “moral troskista”, la cual afirma que “por la revolución, no importa lo que se haga, incluido el terrorismo, el asesinato y el secuestro”, por otro lado, el ejército a través de jefes y oficiales como Domingo Monterrosa, contrarrestaban la “moral revolucionaria” y la práctica del terrorismo con métodos institucionales y con técnicas militares, mediante acciones contrainsurgentes profesionales que protagonizaron muchas veces actos heroicos por parte de los elementos de la Fuerza Armada.

¡Cuántas personas honradas e inocentes fueron asesinadas, secuestradas o mutiladas por los terroristas del FMLN! Militares, estudiantes, empresarios, hijos e hijas de oficiales, embajadores, alcaldes, niños, funcionarios de gobierno, un ministro de educación desarmado, sin guardaespaldas, el Dr. Carlos Herrera Rebollo el 23 de mayo de 1979; en fin, miles de víctimas “por la revolución”.

En cambio, Domingo Monterrosa Barrios y multitud de militares, se formaron profesionalmente en el uso de las armas, se han sujetado a la rígida disciplina militar y de los ascensos, aprendieron el ejercicio del mando militar, experimentaron el cansancio, el sufrimiento y el dolor junto a sus tropas y no desde bases de mando en el extranjero como Cuba, México y Nicaragua.

Los terroristas atentaban contra el orden constitucional, los oficiales patriotas resguardaron la soberanía nacional. Los terroristas asesinaron, la Fuerza Armada cumplió con su deber al repeler la agresión comunista.

Los terroristas no tuvieron nunca reparo en hacer uso de la mentira para alcanzar sus metas. Un caso emblemático es el de la muerte de mi Coronel Domingo Monterrosa, la cual fue sacrílegamente manipulada por el terrorista Joaquín Villalobos al atribuirse una supuesta operación para engañar al máximo estratega militar de la historia del Ejército Salvadoreño. Solo un idiota puede creerse ese cuento que iban a engañar a mi Coronel Monterrosa con una trampa caza bobos. Evidentemente, quienes asesinaron a mi Coronel se pusieron de acuerdo con los terroristas del ERP para montar el circo con el que han pretendido engañar a todo el mundo sobre la causa de su muerte. En otras palabras, esos terroristas y todas sus plumas mercenarias son cómplices del más vil de los asesinatos del conflicto armado salvadoreño.

De tanto repetir una mentira se va volviendo verdad, y eso han hecho los terroristas durante más de treinta años, junto a sus cómplices como los jesuitas de la UCA y los comunistas de la Universidad Nacional y de tantas ong’s dedicadas a la destrucción moral de nuestra sociedad.

Domingo Monterrosa siempre respetó los cánones militares, las reglas de la guerra regular y de la guerra contra insurgente, combatió, rescató de la opresión a la población civil y a niños usados como escudos humanos o carne de cañón por los guerrilleros, en fin, amó su carrera y la ejerció con honor e hidalguía.

Al no poder ser vencido en el terreno militar, en el teatro de operaciones, sus enemigos han pretendido destruir su figura y no se dan cuenta que lo que han logrado es volverla cada vez más imponente y su estatura moral está alcanzando alturas nunca vistas para un héroe militar.

Los comandante terroristas ahora son parte de los nuevos millonarios, mientras que Domingo Monterrosa murió pobre, sin casa, sin vehículo, viviendo de su salario como oficial de la Fuerza Armada, la diferencia es evidente.

Domingo Monterrosa hizo la guerra con recursos públicos, dinero ganado con el sudor de la ciudadanía honrada, en cambio, los terroristas, lo hicieron con fondos provenientes de los secuestros, con dinero manchado de dolor y sangre.

Como podemos ver, Monterrosa vivió iluminado por la verdad, los terroristas en la penumbra de la falsedad, y consecuentemente, Domingo Monterrosa vive para siempre en la tierra de la luz eterna, en cambio, los terroristas están condenados a vivir eternamente en el mundo de las tinieblas con el Padre de la mentira.

Aquellos que admiramos la vida del Héroe de Joateca debemos defender su memoria con el mismo valor que él defendió la institucionalidad del País, e imitarla, para que su sacrificio sea semilla de nuevas generaciones de patriotas que escribirán páginas heroicas en la historia de la República salvadoreña.

Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

EL ANTIMILITARISMO

Bandera-_El_SalvadorEl blog de Domingo Monterrosa no es responsable de la opinión de sus colaboradores y los comentarios de sus visitantes.

La condena a 80 años de prisión contra el General Efraín Ríos Montt, ex presidente guatemalteco, pronunciada por el Tribunal Primero A de Mayor Riesgo de la ciudad de Guatemala, presidido por la jueza Iris Jazmín Barrios, por los supuestos delitos de Genocidio y Deberes contra la Humanidad, constituye la última expresión del antimilitarismo que los grupos de izquierda han propalado por toda América Latina luego de las fracasadas revoluciones que de los años cincuenta a los ochenta, que a excepción de la cubana, llevaron dolor y luto a los pueblos sin haber conquistado sus supuestas banderas de lucha.

El ejercicio del poder por la fuerza militar ha sido experimentado por todos los pueblos y culturas a lo largo de la historia. Las grandes naciones europeas, hace menos de 100 años, estuvieron bajo verdaderos regímenes de terror fascista y ni en Alemania, ni en Italia, ni en España se andan persiguiendo a los antiguos gobernantes o jefes militares. En su momento, lo hicieron las fuerzas vencedoras, pero no sus propios pueblos y mucho menos, se han organizado campañas millonarias como las financiadas por los jesuitas y grupos socialistas y comunistas en América Latina, como una especie de revancha ante la imposibilidad histórica de vencer a las Fuerzas Armadas Latinoamericanas.

Videla, recientemente fallecido en prisión, Pinochet, Ríos Montt, García y Vides Casanova, son ejemplos claros de gobernantes y jefes militares, que en cumplimiento del mandato constitucional, enfrentaron agresiones subversivas y ahora resulta que son violadores de los derechos humanos, genocidas y asesinos.

Todas las guerras civiles en nuestros países fueron iniciadas por grupos terroristas que actualmente, en la mayoría de casos, se han transformado en partidos políticos y sus dirigentes en nuevos millonarios a través de la iniciativa ALBA.

Hasta la fecha, nunca se ha conocido de algún juicio promovido contra algún comandante guerrillero a pesar de las muchas masacres y asesinatos cometidos por las fuerzas insurgentes en diversos conflictos.

Las guerras son complejas. En muchos casos, los supuestos abusos son cometidos por elementos de los Ejércitos sin ningún conocimiento de los Altos Mandos, resulta imposible que los Comandantes Militares tengan control hasta del último elemento de tropa y sobre los efectos psicológicos que la misma presión de los combates produce en los individuos.

Existen momentos en los combates en los que se toman decisiones en pocos segundos: una ráfaga, un tiro de mortero, el lanzamiento de un cohete low, un grado de equivocación en un tiro de artillería, un ataque de fusilería, y en esos pocos segundos o circunstancias. Es imposible evaluar los daños colaterales del combate, sobre todo cuando el enemigo tiene escudos humanos o se moviliza junto a fuertes contingentes de elementos de masas.

La izquierda siempre ha buscado crear mártires y víctimas que justifiquen sus agresiones armadas. Sus dirigentes se ha valido de esas supuestas violaciones a los derechos humanos para montar estructuras que apoyan a las supuestas víctimas y recolectan millones de dólares con los que pagan abogados y campañas publicitarias para reivindicar a los verdaderos agresores de las sociedades. Muchos hacen de esto un modus vivendi.

Es innegable que actualmente los ejércitos latinoamericanos se han modernizado y profesionalizado, pero los seguidores de Marx y la Teología de la Liberación nunca les perdonarán el hecho que les impidieron la toma del poder por la vía violenta.

En El Salvador, ese antimilitarismo últimamente se ha manifestado en la declaratoria de inconstitucionalidad de los nombramientos de dos generales que ocupaban las plazas de Ministro de Seguridad Pública y la Dirección de la Policía Nacional Civil, con la insinuación que se declarará próximamente la inconstitucionalidad del uso de la Fuerza Armada en labores de apoyo a la seguridad pública en momentos en que la sociedad se debate en una incontenible ola de delincuencia y violencia social.

Lo grave de esa declaratoria, es que los magistrados firmantes afirman que la formación militar les inhibe de ejercer dichos cargos, como si la formación militar creara asesinos o déspotas incapaces de ejercer cargos en la rama de la seguridad pública. ¿Y cómo es que nunca se pronunciaron en ese sentido cuando un terrorista que participó en la destrucción del Puente de Oro ocupó el cargo de Director de la PNC? Ahí tenemos una prueba de su doble moral.

Esperamos que el tiempo vaya opacando estas campañas de antimilitarismo y que los pueblos le vayan devolviendo el sitial de honor que merecen sus Fuerzas Armadas en la historia y en la sociedad.

Por la Patria y con Dios

 

Sgto. Guido Miguel Castro

LA MADRE DEL SOLDADO

tercera_brigadaEl blog de Domingo Monterrosa no es responsable de la opinión de sus colaboradores y los comentarios de sus visitantes.

El soldado salvadoreño, como todos los seres humanos, posee una madre. Son mujeres sencillas, humildes, trabajadoras y generosas al entregar a sus hijos al servicio más noble que se le puede dar a la Patria.

Son mujeres que sufren desde que sus hijos son reclutados o se presentan voluntariamente a prestar su servicio militar, sin embargo, en el fondo de su corazón, se sienten orgullosas de que su hijo se hace hombre en el rigor de la vida militar.

Cada día de visita familiar, prepara, dentro de su pobreza y humildad, algunos platos y golosinas para que su hijo deleite el paladar y cambie un poco el menú del rancho militar. Aunque sean frijolitos, si están hechos con el amor de la madre, siempre saben diferente. La sazón de la casa en inimitable.

Le llevan las noticias del pueblo o de la colonia, los adelantos escolares de sus hermanos, una carta de la novia, una media libra de su queso preferido, algunos dulces y un par de dólares para que pueda comprar los cigarros.

El sacrificio y el dolor de estas madres son los elementos fundamentales en los que se asientan las bases del Ejército, porque la gran mayoría de nuestros héroes soportan el sufrimiento de la instrucción militar por amor a su Patria y por amor a sus madres, porque quieren que ellas se sientan orgullosos de ellos y que nadie las avergüence por ser madres de un desertor o de un cobarde, quieren que sean madres de un héroe, de un hombre.

¡¡¡¡Cuántas madres de soldados caídos en combate, guardan en algún lugar especial, la medalla que algún Jefe militar le entregó en memoria de su hijo, por la ofrenda de su vida en favor de los intereses patrios!!!

La sacan de vez en cuando y lloran en silencio, donde nadie las ve, porque es su dolor, un dolor de Patria, un dolor con honor, y a más de alguna se le escapa en medio de los sollozos, un “murió por la Patria”, “murió como un

hombre”, y envolviendo la presea la vuelve a guardar y seca sus lágrimas con el delantal y vuelve a sus quehaceres diarios.

Mi Coronel Monterrosa entregó muchos reclutas a sus madres por dos razones: porque era el único sostén de su madre o porque ya otros de sus hijos estaban prestando el servicio militar o habían muerto por la Patria. Sin embargo, muchas veces los mismos reclutas hablaban con su madre y les pedían quedarse, la madre era despedida por su hijo y por mi Coronel que se daba cuenta que quedaba a cargo de un héroe que quizás entregaría en un ataúd a su madre. La madre se retiraba con lágrimas en los ojos pero con el corazón lleno de orgullo. Mi Coronel más de alguna vez tuvo que secar, sin delatarse, alguna lágrima de sus ojos al presenciar tanta hidalguía y nobleza.

Cuando imponía una medalla al honor en memoria de sus soldados caídos en combate, saludaba a sus madres con un gran abrazo y beso en su mejilla, porque en el fondo sabía que él se había convertido en padre de sus soldados caídos en combate aunque no los hubiera engendrado biológicamente, pero sí militarmente porque les había sabido transmitir su coraje.

Muchos paracaidistas ofrecían su primer salto en honor a su madre, era el culmen de uno de los cursos más duros en la formación militar, no todos se gradúan, muchos desertan en las primeras de cambio. Un día antes firmábamos el seguro de vida y más de algún parachute no abría el paracaídas en algún salto libre para que su mamá saliera de la miseria.

Una vez un paracaidista se desertó, una comisión lo fue a buscar a la casa y su madre se ofreció a lavar los baños de la compañía hasta que su hijo se entregara y enfrentara como hombre su error. A los dos días llegó el recluta y por el sacrificio de su madre solo le dieron 30 días de arresto y una que otra garroteadita para que aprendiera a ser hombre, y llegó a ser un gran combatiente, todo por el valor y el carácter de su madre.

Muchas madres siguen orgullosas del servicio o del sacrificio de sus hijos. Es común encontrar en los hogares humildes del campo o de los pueblos, un rincón especial dedicado a las fotos o diplomas de los cursos de su hijo, los cuales son mostrados con orgullo.

Otras cuentan cómo sus hijos, después del servicio militar o de la desmovilización que hicieron los políticos, emigraron a los Estados Unidos en busca de la oportunidad que la Patria que defendieron les negaba, pero afirman que la dureza del camino la pudieron soportar gracias a su vida en el Ejército, en el que aprendieron a utilizar todas sus potencialidades para tomar las posiciones que sus superiores les ordenaban y a cumplir las misiones que se le encomendaban.

El pueblo salvadoreño tiene una deuda pendiente con las madres de los soldados salvadoreños, quienes combatieron junto a sus hijos a través de sus oraciones, su soledad, su sufrimiento, sus lágrimas y su dolor.

Vaya nuestro homenaje a todas ellas y la esperanza que Dios sabrá premiar con la felicidad eterna su ofrenda de amor a favor de la construcción de la Patria.

Por la Patria y con Dios

 

Sgto. Guido Miguel Castro

EL IRRESPETO AL SOLDADO SALVADOREÑO

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Con gran sorpresa, los salvadoreños nos enteramos esta mañana que las autoridades del Gobierno habían adelantado la celebración del Día del Soldado Salvadoreño sin aviso previo.

Una vez más el presidente de la República ha irrespetado la memoria de miles de soldados salvadoreños, de la misma manera que lo hizo el año pasado con sus infortunadas declaraciones en el caserío El Mozote el 16 de enero de 2012, cuando insultó la memoria de nuestros héroes de la Fuerza Armada.

No es un simple cambio de fecha por comodidad o agenda del presidente, es un irrespeto continuo a las tradiciones cívicas salvadoreñas. El año pasado se pasó por alto el Primer Centenario de la adopción de nuestras Bandera y Escudo Nacional el 15 de Septiembre de 1912 y el presente año se pasó por alto el centenario del asesinato del Presidente Manuel Enrique Araujo, fundador de la Benemérita Guardia Nacional.

Pareciera que se desea romper con todas las tradiciones del civismo y patriotismo salvadoreño. Es notorio cómo muchos funcionarios públicos ni siquiera rinden honores a la Bandera Nacional ni escuchan con respeto el Himno Nacional.

Se pretenden destruir las instituciones familiares y la moral brilla por su ausencia en los Centros Escolares oficiales.

Muchos militares, que portaron en su momento el uniforme y empuñaron las armas en nombre de la Patria, hoy guardan un silencio cómplice, quizás con el objetivo de no complicarse la vida y disfrutar un apacible y cómodo retiro.

¿Donde están los comandos que un día defendieron la institucionalidad nacional? ¿Dónde están los cien mil soldados que un día extendimos nuestra mano derecha mientras sosteníamos el fusil con la mano izquierda y jurábamos defender la Patria aun a costa de nuestra propia vida?

Solo el silencio responde, ante la mirada incrédula de todos los héroes que desde el más allá nos observan y nos reclaman el cumplimiento de nuestro juramento.

Ojalá y pronto las cosas cambien y nuestro pueblo despierte de la somnolencia en la que nos mantienen los que manipulan y destruyen las instituciones y tradiciones republicanas que nos han sostenido por 192 años de vida independiente.

Elevemos nuestra voz y nuestra voluntad en el rescate de nuestra Patria, hagámoslo por la memoria, la sangre, las lágrimas y el sudor de nuestros héroes, por las madres que ofrecieron sus hijos al altar de la Patria, por las esposas que día a día elevaban sus oraciones al Todopoderoso y sufrían cada vez que llegaba un telegrama a su casa, por todos los que esperaban con fe en su Fuerza Armada la liberación de la agresión terrorista.

¡Honor a todos los soldados que ofrendaron su vida por la Patria!

Por la Patria y con Dios

 

Sgto. Guido Miguel Castro

MONTERROSA, LA PAZ Y LA DEMOCRACIA

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MONTERROSA, LA PAZ Y LA DEMOCRACIA

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DISCURSO DEL TTE. CNEL. DOMINGO MONTERROSA BARRIOS

DURANTE LA JURAMENTACIÓN DE 150 MIEMBROS DEL BATALLÓN ATLACATL

EN AGUAS CALIENTES, MORAZÁN

(EN PRESENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE LA DEFENSA NACIONAL, GRAL. EUGENIO VIDES CASANOVA, AGREGADOS MILITARES DE VARIAS EMBAJADAS DE GOBIERNOS AMIGOS, MADRES DE LOS SOLDADOS JURAMENTADOS Y FAMILIARES DE UN SOLDADO CAIDO EN COMBATE QUE FUE CONDECORADO, HERMANO DE OTRO SOLDADO QUE MURIÓ POR LA PATRIA EN EL CERRO DE GUAZAPA)

“El hombre de uniforme, el hombre profesional, el hombre que por la Constitución está cumpliendo una misión, es una honra y un orgullo de ser soldado. Y ser soldado con la conciencia que debe caracterizar cuando especialmente la Patria se encuentra en la situación de peligro como la es, la que estamos pasando nosotros.

Quería aprovechar esta ocasión para expresar lo orgulloso que nos sentimos todos los soldados del Batallón Atlacatl por pertenecer a esta unidad, que considero, que es la pionera de esta guerra que estamos librando, con mucho honor y con mucho orgullo, por estos cinco millones de habitantes que componen El Salvador, y a saber, cuántos millones más de aquellos que tendremos todavía esa fe democrática y la estamos defendiendo.

Señores aquí presente, para nosotros es un estímulo y es una motivación para saber que no hemos perdido esa fe que ellas mismas nos engendraron, la fe religiosa como en algunas partes de estos pueblos de aquí de Morazán les he manifestado, la fe religiosa, la fe a nuestros seres queridos, y la fe democrática, que es el legado, que es la herencia, que nuestros padres nos han dado, y que creo, que todos los que estamos aquí presentes tenemos esa fe también.

Y por último, quisiera felicitar a esa Primera Compañía que está allí presente, porque ha sido una de las testigos, una de los verdaderos soldados que en los momentos difíciles pudieron soportar el embate de este enemigo cobarde que se encuentra aquí en Morazán y regado en todo el país.

Ellos, con mucha valentía, pudieron soportarlo, y no solamente pudieron soportarlo, sino que pudieron echarlos del lugar donde ellos los habían sorprendido, y eso, eso es de los valientes y ahí están presentes, y así como ellos, en el resto de la Fuerza Armada, hay una gran cantidad de valientes soldados que todavía mantenemos esa fe democrática, esa fe por la cual luchamos, porque el enemigo, lo único que nos ha traído, y especialmente a este pueblo de Morazán, que ha constituido la vanguardia, pero la vanguardia del sufrimiento, la vanguardia de la destrucción, es la verdadera fe por llegar a conquistar ese anhelo de todo un pueblo, todo un pueblo que está clamando, que es por la paz.

Por eso luchamos, por conquistar la paz, y por eso nuestro monumento que hicimos al cumplir un año, significa la victoria por la paz, porque consideramos, que como hombres de uniforme, la única manera de poder conquistar la paz es por las armas que empuñamos”

COMENTARIO

Este discurso, surgido de lo más profundo del espíritu guerrero de Domingo Monterrosa, quien en el mismo se define como un soldado, como un soldado del Batallón Atlacatl, orgullosamente miembro de la Fuerza Armada, define elementos vitales de su concepción de la guerra y del proceso democrático.

En primer lugar, define la misión de la Fuerza Armada como de orden constitucional, no es una lucha antojadiza del Ejército, sino el cumplimiento de una misión, de un mandato surgido del Soberano, del pueblo mismo.

Caracteriza la lucha de defensa de la agresión comunista, como una defensa de la aspiración, de la fe en la democracia y de la vocación democrática que los salvadoreños hemos heredado de nuestros padres y antepasados, específicamente se dirigió a las madres de los soldados que se encontraban presentes, y unió esa vocación democrática a la fe religiosa: Por la Patria y con Dios no es un lema antojadizo, es una expresión de su concepción de la vida, de su misión como soldado y de la vocación de su pueblo, la fe en Dios y en la Democracia.

Destaca el momento histórico que se estaba viviendo, en el que el soldado salvadoreño, especialmente el comando Atlacatl, asume su misión de defensa del orden institucional, en favor de todos los salvadoreños, de entonces y de siempre, de su libertad y de la democracia.

La ceremonia en la que pronuncia este discurso, se realiza en el corazón de Morazán, al NE de la población de Corinto, en Aguas Calientes, para desmentir el mito que la guerrilla dominaba todo el territorio de ese Departamento. Era tan seguro el lugar que asistieron a la juramentación el Ministro de Defensa y varios agregados militares de gobiernos amigos. La guerrilla tragó amargo siempre que Monterrosa imponía su autoridad.

El Coronel Monterrosa exalta la valentía de la Primera Compañía que estaba siendo juramentada, la cual había realizado una operación de eliminación y desalojo de elementos terroristas de la zona. En el ataque falleció un comando Atlacatl, cuya madre fue condecorada en esa ocasión. El soldado fallecido era hermano de otro héroe de la Fuerza Armada caído en acción en el Cerro de Guazapa.

Es notoria la emoción que expresa en el tono de voz nuestro Héroe cuando menciona a la Fuerza Armada y al Batallón Atlacatl. Su sentimiento de pertenencia a la Institución Armada y en particular, a esta unidad militar fundada por él mismo, refleja cómo realizó plenamente su vocación a la vida militar, por lo que su muerte, en el cumplimiento del deber, resulta la culminación gloriosa de una vida consagrada al servicio de la Patria.

Señala a los terroristas del FMLN como los mensajeros del terror, de la destrucción, de la muerte, y contrasta su vocación personal y la misión de la Fuerza Armada de alcanzar la paz a través del uso institucional de las armas, que el pueblo ha puesto en manos de la Institución Armada.

Cuánta razón tenía mi Coronel al considerar que con los terroristas no se podía negociar, que a ellos se les debía vencer y eliminar en el campo de batalla, sin embargo a los políticos y a los estrategas de los mercantilistas de la guerra ese análisis no les parecía ni les convenía porque se les terminaba el negocio.

Monterrosa, Democracia y Paz era un trinomio inseparable que desgraciadamente no se llegó a concretar, pero que nos dejó una herencia, una misión, una posición que está todavía pendiente de ser tomada por los herederos de los ideales de mi Coronel Domingo Monterrosa Barrios.

Por la Patria y con Dios.

Sgto. Guido Miguel Castro

DOMINGO MONTERROSA ERA ANTE TODO UN SOLDADO

Foto El Diario de Hoy

Foto El Diario de Hoy

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El Coronel Domingo Monterrosa era el mejor Jefe Militar de la guerra de agresión comunista en El Salvador, era el estratega que mejor entendió la táctica guerrilla y el que mejor desarrolló las técnicas de guerra anti guerrillas, pero él ante todo se consideraba un soldado.

En la vida militar, los oficiales que egresan de la Escuela Militar, por lo regular, se consideran superiores a los elementos de tropa, por su formación, por su grado académico, por su preparación, por su status económico, por su grado militar y por una serie de conceptos equivocados y sentimientos de prepotencia.

En cambio Domingo Monterrosa conservó un secreto que traía de su vida civil: la humildad, y esa virtud es la que precisamente lo hicieron grande, porque nunca olvidó su origen humilde y consideraba a los soldados como hermanos que habían salido de la misma cuna, y más que hermanos, él se consideraba su padre debido al nivel de mando, a la ascendencia y autoridad moral y de grado que tenía por su calidad de jefe militar.

Nunca maltrató un soldado porque sabía lo dura que era la vida militar y porque los consideraba personas, con dignidad intrínseca, y que aunque era su superior, les respetaba para que el soldado le respetara, por lo que era y no por miedo al castigo.

Monterrosa sabía que en el teatro de operaciones todos eran iguales, todos eran víctimas del cansancio, del hambre, del dolor, sabía que las balas no respetaban rangos y que el trabajo en equipo era el que iba a sacar a sus unidades hasta del peor de los infiernos de la guerra.

Mi Coronel comprendió que en las misiones todos debían cuidarse las espaldas, y que un buen trato a sus soldados implicaría no solo lealtad sino también protección. Más de algún oficial murió con un balazo en la espalda por maltratar a su tropa. En cambio al Coronel Monterrosa todos sus soldados le cuidaban la espalda y estaban dispuestos a morir por él.

Cuando se conoció de su muerte, lloraron como niños hasta los soldados más valientes, todos sintieron que habían quedado huérfanos, todos habían perdido al amigo, al padre, al hermano.

Monterrosa nunca dejó de ser soldado desde su juramentación el 7 de mayo de 1963, ¡¡¡¡¡hace 50 AÑOS!!!!, ese fue el día más importante de su vida, hasta que hizo realidad el juramento que hizo aquella mañana al ofrendar su vida en el Altar de la Patria.

Monterrosa tenía que morir como soldado, en el cumplimiento del deber, ese era su destino, la muerte gloriosa de los héroes, a la que solo unos pocos merecen llegar.

Monterrosa no podía morir en la paz de un cuarto de hospital o en su habitación, eso no iba con su naturaleza, personalidad, misión y destino, tenía que morir en acción de combate.

La historia todavía tiene una inmensa deuda con él, sin embargo el amanecer de su gloria está ya cercano, pronto el pueblo le otorgará su merecido homenaje y las generaciones presentes y futuras sabrán reconocer sus méritos y su servicio a la Patria.

Quienes lo conocieron y quienes combatieron con él, dan testimonio de su sencillez, de su trato alegre y afable con su tropa, se involucraba con ellos como uno más. Sus danzas guerreras buscaban interactuar con la tropa y llenarlos del orgullo de ser un soldado salvadoreño, que es para lo que él nació y por lo que él murió.

Por todo ello, Domingo Monterrosa es el soldado más representativo del Ejército salvadoreño, el modelo a seguir, la encarnación del verdadero héroe nacional, la imagen del soldado desconocido que no tiene ni siquiera una tumba donde ser recordado. En Monterrosa se reúnen todas las virtudes del militar honorable y virtuoso, eficaz y eficiente, preparado para el cumplimiento del deber.

Vaya, a través del Coronel Domingo Monterrosa, nuestro homenaje a todos los soldados que ofrendaron su vida por la Patria y a todos aquellos que sobrevivimos y que seguimos leales a nuestro juramento siempre dispuestos a defender a nuestro pueblo aun a costa de nuestra propia vida.

Por la Patria y con Dios

 

Sgto. Guido Miguel Castro

EL DÍA DEL SOLDADO

domingo monterrosaEl blog de Domingo Monterrosa no es responsable de la opinión de sus colaboradores y los comentarios de sus visitantes.

Por Guido Miguel Castro

El 7 de mayo de 1824, la Legión de la Libertad, comandada por el General Manuel José Arce, se organizaba como el embrión de lo que ahora conocemos como la Fuerza Armada de El Salvador.

Esta fecha se instituyó como la fiesta del Soldado Salvadoreño, para rememorar el papel que estos héroes anónimos han jugado en la construcción de la República, desde el recluta recién juramentado hasta el General de División. Todos, sin distinción, han jurado defender a la Patria, aun a costa de sus propias vidas, y muchos lo han hecho, muchos de forma heroica como el Teniente Coronel Domingo Monterrosa, quien además vivió su carrera militar con honor e hidalguía.

El honor de portar el uniforme del soldado nacional no lo pueden experimentar todos los ciudadanos, pero quienes lo hacen deben considerarse privilegiados porque son la continuidad de ese ideal original del General Arce, quien llegó a afirmar “El Ejército vivirá mientras viva la República”, en el ánimo de considerar a la institución armada como la garante de la institucionalidad democrática de El Salvador, como el ojo avizor de un pueblo que poco puede hacer en un momento dado contra el poder político, que muchas veces abusa y privilegia a unos pocos.

El soldado salvadoreño ha escrito páginas heroicas en la historia de la República, su sangre ha regado la tierra salvadoreña en defensa de los intereses nacionales, tanto de enemigos extranjeros como de agresiones internas, el soldado salvadoreño ha ocupado siempre la primera línea de fuego, en la retaguardia, escondidos y aprovechados, están los políticos que al final disfrutan de los beneficios que el soldado ha logrado con el sacrificio de su vida y de su integridad física.

Nadie puede negar que el actual proceso democrático lo inició la Fuerza Armada, tan criticada y tan vilipendiada por aquellos que ahora gozan de los dineros públicos y del poder político, sin embargo, el soldado regresó a sus guarniciones militares o pasó a la vida civil de forma incógnita, sin beneficios, a comenzar de nuevo, su sacrificio benefició a otros menos a él. De esa manera, veinte años después, observamos a los veteranos de guerra luchando por beneficios mínimos que ahora los políticos dicen no saber de adonde tomar, y los califican de revoltosos, pero cuando las balas silbaban, todos se escudaban tras las unidades de combate de la Fuerza Armada.

El soldado salvadoreño es por regla general, con honorables excepciones, de origen humilde, eran de manos encallecidas y pieles curtidas por el sol las madres que reclamaban los cuerpos de sus hijos caídos en combate, eran familias sencillas las que acompañan a nuestros soldados en los cuarteles los días de visita, muchas veces analfabetas o de baja formación académica, su paso por la Fuerza Armada implica no solo la formación en las artes de la guerra, sino también cierto de nivel de alfabetización o el aprendizaje de una oficio que les permita ganarse la vida honradamente al volver a la vida civil.

Pero lo esencial del soldado salvadoreño es su disposición a defender los intereses patrios, aún con la ofrenda de la propia vida, sin esperar a cambio ni siquiera el reconocimiento de su sacrificio. Su interés es servir a la Patria, un concepto que para muchos no significa nada, pero para el soldado salvadoreño lo es todo.

Vaya nuestro recuerdo y nuestro homenaje a todos los soldados que a lo largo de 190 años han ofrendado su vida, su sangre, su sudor, sus lágrimas y su valor para permitirnos a los salvadoreños de todos los tiempos vivir en libertad.