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En Memoria de Domingo Monterrosa Barrios y “Pepe Marimba”

EN MEMORIA DEL EXIMIO CORONEL D.E.M. DOMINGO MONTERROSA BARRIOS Yo, JOSE RAFAEL MUNOZ AMAYA nacido en la ciudad de Berlín, en el Departamento de Usulután, allá por el año de 1938, quiero referirme a mi inolvidable amigo, al Teniente Coronel Domingo Monterrosa Barrios, quien también nació en aquella bella ciudad de cafetales de esmeralda, cuajados […]

Tenemos la firme decisión, el propósito, más que todo la conciencia que, como soldados y salvadoreños, podremos llevar esta lucha y terminarla lo más pronto posible

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El blog de Domingo Monterrosa no es responsable de la opinión de sus colaboradores y los comentarios de sus visitantes.

El coronel Domingo Monterrosa entendía la complejidad del conflicto por el que atravesaba El Salvador pero también tenia la convicción de que la confrontación tenia fuertes posibilidades de ser eliminada. Era cuestión de compromiso con el pueblo salvadoreño.

Luego de las acciones de terror realizadas por el FMLN en la población de Berlín, Usulutan, en 1983, las fuerzas del ejercito junto al gobierno de la república y la cooperación norteamericana se dedicaron a proporcionar asistencia a lo pobladores, especialmente a aquellos que habían tenido perdidas significativas.

Así recogió el periódico El Diario de Hoy las actividades conjuntas en Berlín.

Esta Guerra Impuesta es Cruel para el Pueblo

“Es una guerra bastante difícil, muy cruel. Y esta propalaron de Berlín es una muestra. Las acciones del ejército van lentas, pero seguras; es por la misma forma de la guerrilla”, expresó ayer el Cnel. Domingo Monterrosa, comandante del Batallón Atlacatl.
Esta fue una respuesta que dio el jefe militar a unos periodistas extranjeros, cuando ayer en Berlín, el embajador norteamericano Deane Hinton, inspeccionaba el Proyecto Conjunto entre Estados Unidos y El Salvador, de Viviendas Modulares Provisionales. Estas son hechas de material plástico, para las familias que perdieron sus viviendas en esa ciudad. Una de esas viviendas construidas es la del alcalde local, señor Santiago Yazbek Batres.
“Esta guerra es casi en la misma manera como se produce en otros países. Es una guerra difícil. Este mismo pueblo es testigo de ella. Sin embargo creo que nosotros tenemos la firme decisión, el propósito, mas que todo la conciencia que, como soldados y salvadoreños, podremos llevar esta lucha y terminarla lo más pronto posible”, agrego.

Ayuda Militar
Al preguntarle sobre más ayuda militar de Estados Unidos, contestó Monterrosa que “somos buenos amigos de los Estados Unidos y de todos los países libres. Y pienso que por lo tanto comparten nuestro dolor. Y más que todo, lo comprenden. También creo y pienso que ellos comprenden esta lucha que es tan cruel. Y creo que vamos a tener su apoyo”.
Cuando le preguntaron qué podrían enseñarle al ejercito los norteamericanos, dijo el jefe militar: “Creo que ellos saben mucho más. Pero siempre tienen sus características. Tienen su propia idiosincrasia, de acuerdo al pueblo o al país donde se genera. Y quienes están conviviendo en forma directa tienen la oportunidad de conocer lo mejor”.
Una periodista norteamericana le dijo que “ustedes no siguen los consejos que le dan y por eso no logran lo que podrían haber logrado.” A esto Monterrosa contesto: “Creo que si. Lo que pasa es que depende como se presenta la situación, así es como se reacciona. Pero si la doctrina que nos han ensenado los Estados Unidos es la mejor. Alguna veces, otros periodistas han preguntado si deseamos otra clase de asesores, como taiwaneses o europeos. Siempre he tenido la convicción de que la doctrina norteamericana es la madre del mundo”.

¡Allí Viene Monterrosa!

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El 17 enero de 1983 la Fuerza Armada de El Salvador lanzó una ofensiva en el norteño departamento de Morazán. Aproximadamente seis mil combatientes, esencialmente del ejército, iniciaron un rastreo de la zona y entablan combates con terroristas del FMLN. Una vez se inició el operativo, la disputa por el territorio se volvió intensa. Se dieron una serie de ataques y contra-ataques al norte del río Torola. Las bajas en las filas terroristas ascendieron a 36 y, al menos los que operan en esa zona del país, estaban acorralados.

Como una válvula de escape a la presión ejercida por la Fuerza Armada, los terroristas atacaron pequeños poblados al sur-oeste de Morazán. Es de esta manera que se lanzaron contra pequeñas guarniciones de policías y guardias nacionales en Alegría y San Francisco Javier, localizados en el departamento de Usulután. Pero la joya de oro era Berlín, en esa epoca un pueblo cafetalero de aproximadamente 30,000 personas. Berlín tenia un valor estratégico, no sólo por el cultivo del grano de oro, sino porque también era la cuna de Domingo Monterrosa.

En Berlin se sabía de las actividades de los terroristas del FMLN en los pueblos cercanos pero, fuera de eso, se podria decir que a finales de enero de 1983 en la ciudad se respiraba un ambiente de calma. Era un dia como otros. Lo que estaba fuera de lo normal eran los planes terroristas del FMLN. Los delincuentes estaban a punto de hacer de Berlín lo que ya era un “hobby” para ellos: tomarse poblados para aterrorizar a la gente, usar a civiles como escudos humanos, hacer imperar la ley del cañón y hacerse sentir la autoridad.

Durante un fin de semana, a finales de enero de 1983, unos 500 terroristas iniciaron su aproximación a la ciudad cafetalera. Colaboradores de estos les proporcionaron uniformes similares a los del ejército mientras estos hacían su ingreso a la ciudad. Es así como lograron confundir a la población y evitar que estos los delataran a las autoridades.

Dentro de la ciudad de Berlín se encontraban los puestos de la Guardia Nacional, Policía Nacional y Defensa Civil. En total se contabilizan unos 70 miembros de la seguridad pública. Poco tiempo después de haberse infiltrado, los ataques a las guarniciones dieron inicio. La población civil estaba confundida y asustada. El instinto los llevó a buscar refugio, pero los más valientes decidieron defender su territorio. Uno de ellos logró despachar a dos terroristas pero fue posteriormente capturado por los delincuentes, quienes lo exhibieron como un trofeo de guerra por toda la ciudad. La gente lo observó mientras éste caminó amarrado de sus manos por las calles; los terroristas le habían removido las uñas de las manos. El destino de este valiente ya estaba marcado. La guerrilla comunista del FMLN le colocó una soga al cuello y lo decapito.

Mientras tanto en las cercanías de la ciudad, los refuerzos de Fuerza Armada se organizaron y se aproximaron. Los valientes policías y guardias continúaron defendiéndose. Frente al puesto de la guardia se ubicaba un garitón de piedra y concreto. Un terrorista logró penetrarlo pero posteriormente murió al explotarle una granada que logró asestar uno de los guardias. Es así como algunos miembros de la seguridad pública lograron escapar al ataque. Otros no corrieron la misma suerte y fueron capturados. En el puesto de la policía se libraron combates similares. Un policía abrió fuego contra los terroristas para permitir a la población civil buscar un refugio más seguro. “Cuando yo dispare ustedes se cruzan la calle”, le indicó a una de las tantas madres con sus hijos. En otros lugares de Berlín, los terroristas agruparon a los hombres y los obligaron a preparar trincheras y abrir orificios en las paredes divisorias de las casas. Así mismo se dedicaron a prenderle fuego a algunas viviendas y vehiculos como pickups y tractores. Las herramientas basicas de producción yacían en llamas. Los delincuentes terroristas del FMLN habían transformado a Berlín en un cuadro de terror.

La Fuerza Armada estableció el puesto de mando en Mercedes Umaña. Unos 1,600 miembros del ejército continuaron agrupándose para retomar el pueblo. Las fuerzas estaban al mando del coronel Jaime Flores, comandante de la Tercera Brigada de Infantería. A estos se les unió el BIRI Atlacatl, comandado por el legendario teniente coronel Domingo Monterrosa. El ejército colocó piezas de artillería y contó con el apoyo de los Dragonfly A-37 de la Fuerza Aérea. El batallon Cazadores de la Tercera Brigada de Infanteria incursiono la zona desde el sector de Alegria. Se peleo ferozmente por un día. Los terroristas estaban bien atrincherados en la zona por lo que la Fuerza Aérea continuó con bombardeos de mucha precisión en los alrededores de Berlín. Piezas de artilleria de 105mm tambien realizaron disparos. Este fue el preludio de lo que les esperaba a los delincuentes si continuaban oponiendo resistencia.

Dentro de Berlín, los pobladores, rehenes de los delincuentes terroristas del FMLN, comenzaron a rumorar sobre un ataque frontal de la Fuerza Armada dentro de la ciudad. Algunos comentaron en forma de alivio, “allí viene Monterrosa”. Entre ellos ya se sabía que el Atlacatl había llegado a la zona. La simple presencia del Atlacatl generó esperanza, significó que pronto estarían a salvo y pronto podrían regresar a su día a día, pero no sin antes presenciar un inminente ataque que terminaría aniquilando a los terroristas. Los delincuentes al sentir tal presión generada por el ejército, decidieron escapar de la zona, no sin antes coronar su escape con más destrucción de viviendas y oficinas públicas.

Al huir los delincuentes dejaron de contar con el escudo humano de la población y se volvieron presa facil de los Dragonfly de la Fuerza Aerea quienes ubicaron la retirada de unos 200 terroristas y procedieron a bombardearlos. Asi mismo fueron sorprendidos con un asalto heli-transportado.

A pesar de que los terroristas habían asegurado permanecer por muchos días en Berlín, estos sólo lograron permanecer un poco más de 48 horas. El FMLN trató de sacar ventaja política de esta toma y emitió un comunicado en el que afirmaba haber “cumplido” con sus objetivos, pero en realidad lo que lograron fue asediar a la población civil, destruir la propiedad pública y privada, extorsionar al sector productivo de café y llevarse una buena cantidad de muertos en sus filas ¡Esos fueron los grandes objetivos logrados! Al final, la bajas mortales sufridas por el ejército durante el contra-ataque se contabilizaron en dos, mientras que de parte de los terroristas se contabilizaron aproximadamente 60 fallecidos. Los heridos fueron mucho más.

Eventualmente el Atlacatl y el resto de tropa logró entrar triunfante y sin mayores problemas a Berlín, sólo para darse cuenta de la destrucción dejada por los terroristas. Uno de los daños más fuertes quizás fue el emocional por el terror sembrado en los pobladores de la ciudad cafelatera, pero sin lugar a duda el mayor daño fue la perdida de vidas de personas civiles usadas como escudos y que nada tenían que ver en el conflicto.

EL ATLACATL ROMPE LAS LINEAS ENEMIGAS

Cerro Santa María, Usulután, aproximadamente 1982. Una unidad de la Primera Compañía de la Brigada de Artillería había sido desarticulada por los delincuentes terroristas. Un sargento y un cabo habían sido tomados prisioneros, el cabo llevaba consigo la carta de navegación de la operación y empezaron a ser torturados por un agente cubano para sacarles información vital para el enemigo. Ambos estaban amarrados a estacas en el suelo con alambre de púas. El sargento fue mutilado de los diez dedos de las manos y murió desangrado, cuando empezaban a torturar el cabo, los terroristas detectaron el desembarco del Batallón Atlacatl. El agente cubano le hizo un corte en el ojo izquierdo para mutilar su ojo y tomo una ametralladora HK 21 para intentar detener el avance de los comandos, logrando momentaneamente su cometido. Mientras tanto, el cabo sobreviviente logró soltarse de las amarras, no sin provocarse graves heridas en sus brazos y tomó un G-3 A2 que solo tenía un tiro en recámara y se lo disparó en la nuca al cubano, logrando solo herirlo, pero inmediatamente ubicó un M-16 A2 con el que le propinó 4 disparos con los que lo eliminó y limpió el avance de la tropa amiga. Sacó la cinta de tiros y se echó a los hombros al sargento muerto y avanzó para ponerse fuera de la linea de fuego, llegó a una quebrada y allí se desvaneció por la pérdida de sangre. Mientras tanto la unidad PRAL del Atlacatl logró penetrar las líneas enemigas eliminando a todos los terroristas sin ninguna baja mortal. Entre los primeros en llegar al campamento guerrillero estaba un soldado de mayor edad que la mayoría de comandos, vestía uniforme verde olivo, sombrero de tela de ala corta, pañuelo verde olivo anudado al cuello, fusil M-16 como el resto de la tropa, cuchillo de paracaidista en el arnés y mochila a la espalda. Su voz de mando era evidente, recibió el informe de la operación y se acercó al cabo herido, “Tranquilo cabo, ya viene el pájaro, ya lo vamos a sacar, lo felicito por su valentía”. Después se enteró que aquel Comando era el legendario Coronel Domingo Monterrosa, militar del arma de artillería, con quien se encontró posteriormente se tomó una foto con él, que ahora conserva como su mayor trofeo de guerra. Actualmente trabaja como un humilde vigilante, como la mayoría de héroes anónimos de nuestra gloriosa Fuerza Armada, pero no deja de emocionarse al contar esta experiencia.

LOS ATUENDOS DEL CHARLY MONTERROSA

EL SOMBRERO
En casi todas la fotos tomadas en campaña, el Charly Monterrosa siempre aparece con su legendario sombrero de tela verde olivo. Solo hay una con mi Coronel Ochoa en Santa Clara, Usulután, y otra en su despacho en el Batallón.
Como paracaidista y en la sede del Batallón llevaba con orgullo la boina ocre de los parachutes, y en uniforme de gala su kepis reglamentario.

Pero la figura icónica es la del sombrero, con las dos estrellas de Teniente Coronel en el frente y su apellido en la parte de atrás. Se lo quitaba solo cuando entraba en alguna iglesia durante los operativos, caso contrario, siempre lo llevaba puesto. A veces colocaba ramas con hojas para favorecer su camuflaje en medio del avance durante los operativos y más de alguna vez guardó en su interior la cajetilla de cigarrillos.

Nadie se parece a él con ese sombrero, en él es único, es icónico, era su sello de personalidad.

EL PAÑUELO
Alrededor de su cuello anudaba un pañuelo triangular, sin enrrollarlo. lo protegía del sol inclemente, secaba su sudor y muchas veces sirvió para hacer un torniquete o sujetar una compresa en la herida de bala de algún soldado.
Le servía de toalla de cara y manos en campamento, de servilleta después de sus rápidas comidas de campaña, pero sobre todo, junto a su sombrero era el complemento perfecto de su identidad militar en campaña, algo así como la boina del General Montgomery o la gorra y el uniforme kaki del General McArthur.

Complementaba su equipo como el de todo soldado: arnés con porta cargadores llenos, cuchillo de superviviencia que conservaba desde su experiencia como paracaidistas en Estados Unidos, botas jungla de cubierta verde olivo, uniforme camuflajeado o verde olivo, igual que la tropa, fusil M-16 largo, igual que la tropa,con un ligero camuflaje pintado, siempre bien limpio y aceitado, y su inseparable pistola Browning 9 mm que en más de una ocasión le salvó la vida en atentados personales.

En fin, un verdadero soldado de fuerzas especiales, no era un maniquí como algunos oficiales que se paseaban con uniformes de telas finas y fusiles capturados como el AK 47.

Domingo Monterrosa siempre vivió con lo necesario, con lo esencial como quien va de paso, en el fondo sabía que era un viajero estelar cuyo destino era el cielo, a donde partió a recibir a todos los héroes caídos de la gloriosa Fuerza Armada y a ponerse a las órdenes del Creador.

Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro