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EL IRRESPETO A LOS VETERANOS DE GUERRA

Bandera-_El_SalvadorEl blog de Domingo Monterrosa no es responsable de la opinión de sus colaboradores y los comentarios de sus visitantes

Recientemente hemos sido testigos de los actos de protestas protagonizados por los veteranos de guerra de El Salvador ante un nuevo episodio de promesas incumplidas por parte del gobierno de turno.

Desde los años setenta, los miembros del Ejército salvadoreño contuvieron la ofensiva del comunismo internacional a través de las organizaciones subversivas que en octubre de 1980 se unificaron en el llamado Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), por mandato de Fidel Castro, quien los condicionó para poder seguir recibiendo su ayuda militar y la cobertura internacional.

Miles de hombres de uniforme fueron muertos, heridos y lisiados de por vida en la defensa de la Soberanía nacional, y ahora se pretende ignorar esa realidad que nos cuestiona a todos los salvadoreños que tenemos una deuda con todos estos héroes anónimos y sus familias.

Los llamados Acuerdos de Paz desgraciadamente contemplaron la desmovilización de todos los cuerpos de seguridad, los Batallones de Reacción Inmediata y las principales unidades especializadas del Ejército en lucha anti subversiva, logrando los guerrilleros en la mesa destruir lo que nunca pudieron hacer en el campo de batalla. Cerca de 30,000 soldados fueron dados de baja.

Sin embargo, nunca se contemplaron verdaderos programas de reinserción, atención y financiamiento para los antiguos miembros del Ejército y sus familias, quienes había dado lo mejor de su vida por la defensa de los grandes intereses nacionales. En cambio los guerrilleros tuvieron a su favor cientos de programas financiados por los países socialistas, y hasta la fecha, siguen viviendo de ellos como es el ejemplo las poblaciones del Bajo Lempa, la Ciudad Segundo Montes que explota la mentira de El Mozote, el llamado “Museo de la Revolución” en Perquín, Morazán, y tantos otros proyectos y ONGs de la ex guerrilla. Los terroristas fueron premiados y los hombres que arriesgaron su vida por el país fueron olvidados de manera ignominiosa.

Veintiún años después de haber terminado ese conflicto armado, los veteranos de guerra que todavía sobreviven, que rondan entre los cuarenta y cincuenta años, todavía están exigiendo que se les responda como se ha hecho con los antiguos terrorista y el gobierno de turno, al igual que los cuatro gobiernos anteriores, solo responden con falsas promesas sin ningún resultado.

Especial atención merecen los ex patrulleros que realizaban un papel de defensa en aquellos lugares donde el Ejército no tenía presencia permanente, los cuales, al igual que la tropa regular y especial, arriesgaron sus vidas y en muchas ocasiones, la ofrendaron en defensa de la Patria. A ellos nadie los mencionó en las negociaciones de Paz, y nunca han recibido ningún tipo de beneficios.

Es impresionante constatar la dignidad con la que se trata a los Veteranos de Guerra en Estados Unidos y la dignidad con la que se trata su memoria. Basta visitar el Cementerio de Arlington para corroborar lo anterior. Todos los veteranos reciben atención médica, una pensión digna, reconocimientos a nivel del Congreso de los Estados Unidos y el respeto de los gobiernos y de la población en general, en cambio en El Salvador se les considera una piedra en el zapato de todas las administraciones.

Y es que el Veterano de Guerra no es un ciudadano con una categoría especial, porque todos somos iguales ante la Ley, pero es de justicia retribuirle algo, por parte del Estado, a quienes lo entregaron todo, lo perdieron todo y lo dejaron todo por defender al País de la agresión terrorista.

El soldado al causar alta renunciaba a la comodidad de su hogar y de su trabajo, renunciaba a sus descansos semanales, renunciaba al sueño reparador de todos los días, renunciaba a comer tres veces al día un plato de comida caliente, aunque solo fueran tortillitas, arroz y frijoles, renunciaban a disfrutar de sus hijos, padres y esposa, renunciaban a una convivencia con la comunidad social y religiosa, exponía a su familia como objetivos cobardes de la guerrilla como ocurrió en varias ocasiones, se arriesgaban a perder diariamente la vida, a quedar lisiados de forma permanente o a quedar con serios traumas psicológicos de por vida debido a la presión a la que se veían sometidos en combate o en las actividades diarias de entrenamiento, vigilancia o especialización.

Y es que la realidad del hombre de armas es triste, no es como la de los héroes de las películas, no son Rambos que no sufren dolor, cansancio ni consumen alimento alguno, no, son seres humanos que se esfuerzan de manera extraordinaria para enfrentar situaciones de carácter extraordinaria para ser capaces de enfrentar la agresión de un enemigo impredecible como es la forma de actuar de un terrorista.

Domingo Monterrosa cuando decidió seguir la carrera de las armas lo hizo renunciando a una carrera profesional, sacrificando su familia (uno de sus hermanos fue secuestrado por la guerrilla y sus hijos tuvieron que salir del país porque se convirtieron en objetivos claros de los terroristas), su tranquilidad personal ya que fue objeto de varios atentados, pero lo hizo por su profundo amor a la Patria y el sentido de cumplimiento del deber.

Él supo transmitir a sus tropas el deseo de entregarse en cuerpo y alma al servicio del País y de la defensa del pueblo y el pago que han recibido es la indiferencia de aquellos que se beneficiaron del sacrificio que ellos realizaron, porque todos los grandes millonarios y los políticos gozan de buena salud económica por el sudor, las lágrimas y la sangre de los veteranos de guerra, del dolor y las lágrimas de las madres que recogieron el cadáver de sus hijos o una caja sellada en la que creyeron recibirlo, la angustia que sufrían madres, esposas e hijos mientras nuestros soldados estaban de servicio, en fin, la prosperidad de unos pocos está cimentada en el dolor de nuestros soldados que ahora solo reciben mentiras, falsas promesas, golpes, gas lacrimógeno y balas de goma de los que ahora creen ser los dueños del país y que ayer lo destruían sin importar el dolor del pueblo.

Si algo caracterizó a mi Coronel Monterrosa fue el buen trato que daba a sus soldados y su preocupación por lograr siempre mejores condiciones de vida en el cuartel y en el teatro de operaciones.

Sin lugar a dudas, en el cielo mi Charly sigue recibiendo como un padre a cada uno de sus soldados, porque desde el más allá se da cuenta del hambre, las enfermedades, la ausencia de oportunidades y la explotación que sufren la mayoría de veteranos de guerra, quienes con suerte logran un trabajo de vigilante privado en el que muchas veces sufren maltratos, humillaciones y no gozan de prestaciones ni de salarios dignos.

Ojalá los políticos y las autoridades militares comprendan el dolor de los veteranos de guerra y sepan dimensionar el valor de su sacrificio que constituyó la base de la construcción de la actual sociedad salvadoreña.

Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

LA VISIÓN DE LA GUERRA DE MONTERROSA

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Domingo Monterrosa no entendía la guerra como lo hacían los políticos o los mercaderes de la guerra.

Él era un profesional de las armas, había aprendido a cumplir su deber con honor, y su deber consistía en resguardar la soberanía nacional y la integridad del territorio nacional.
Monterrosa sabía que la guerra tenía un trasfondo político: la visión comunista de los terroristas del FMLN que pretendían, según la teoría marxista, tomar el poder por las armas, no por la voluntad popular, al costo que sea. Recordemos que él siguió el Curso de Guerra Política en Taiwan, y conocía a perfección los detalles de la conspiración comunista internacional.
Sabía también que los políticos salvadoreños trataban de instaurar un sistema democrático y constitucional de derecho, pero nunca le interesó la política partidaria, a pesar de ser compañero de promoción en la Escuela Militar con el Mayor Roberto Daubuisson, fundador del Partido ARENA, a quien le salvó la vida el 7 de mayo de 1981 cuando iba a ser fusilado junto a un numeroso grupo de los fundadores de ese partido por orden del Coronel Majano, con el pretexto de que estaban organizando un golpe de estado contra la Junta Revolucionaria de Gobierno, pero también a quien no quiso recibir en la Tercera Brigada de Infantería cuando el Mayor andaba en la campaña presidencial de 1984, ya que su lucha no era política sino militar.

El Coronel Monterrosa no entendía la guerra como una fuente de enriquecimiento, siempre vivió pobremente y murió pobremente, como mueren los héroes. Nunca se prevaleció de su cargo creando plazas fantasmas, ni cobrando seguros de soldados que nunca murieron porque nunca existieron, ni apropiándose del dinero del rancho de los soldados, ni recibiendo sobornos en la Policía Nacional, ni creando gastos ficticios en los operativos, ni vendiendo armas, ni negociando con la guerrilla.

Por eso la guerrilla lo odiaba, porque cumplía a cabalidad su misión como militar y como comandante de unidad, nunca se prestó a ninguna movida, aunque muchas veces las descubrió o fue víctima de ellas, como cuando arrebató armas a la guerrilla en oriente que ya habían sido capturadas anteriormente en un operativo en Chalatenango ¿Cómo salieron de los almacenes de la Fuerza Armada? o cuando durante un operativo en Morazán los cartuchos de 5.56 mm de los M-16 no percutaban, y descubrió que era munición vencida que había sido maquillada para hacerla pasar por munición nueva.

Monterrosa era incapaz de poner en riesgo la vida de un tan solo recluta a cambio del cochino dinero. Ese sobrepeso nunca lo anduvo en su mochila ni en su conciencia.
Él cumplía su deber como soldado y presentaba resultados a través de las victorias en sus operaciones, y cuando sufría un revés, corregía y avanzaba, nunca se rindió.
Tenía grandes diferencias entre la visión de la guerra del Alto Mando y sus planes de victoria militar. Días antes de morir le solicitó al Estado Mayor más recursos para la Operación Torola IV, asegurando una limpieza total del norte de Morazán, pero se los negaron, claro, su estrategia junto al Pentágono era la llamada Guerra de Baja Intensidad que buscaba desgastar en el tiempo al enemigo y no una victoria definitiva, arrasadora y total como la que pretendía el Coronel Monterrosa.

Definitivamente Monterrosa no era político, y quizás esta no era su guerra, porque era una guerra sucia que no podía ser peleada con honor. Quizás ni siquiera era la época de Monterrosa, porque ya no se lucha con honor. Probablemente Monterrosa era un espíritu guerrero de las guerras de la antiguedad donde la guerra era guerra, donde la lucha era frontal, cuerpo a cuerpo, no en las mesas de transe como muchos lo hicieron a costa de la vida de miles de salvadoreños.

Pero Monterrosa goza ya de la Gloria de la Eternidad, ya ha recibido los verdaderos laureles del honor de manos del Gran Comandante. Pero su ejemplo queda a los militares de ayer, de ahora y de mañana como un modelo a seguir si se quiere vivir, y sobre todo, morir con honor.

Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

¿QUIEN MATÓ AL CHARLY MONTERROSA?

Desde hace más de 25 años, los apátridas del ERP comandados por Joaquín Villalobos, se han llenado las fauces diciendo que ellos mataron a mi Charly Monterrosa, y se inventaron un cuento de que dejaron abandonado un transmisor de la Radio Venceremos taqueado de explosivos y que con un altímetro activaron un detonador.
Desgraciadamente el silencio cómplice de sus compañeros de armas permitieron que una mentira de ese tipo, de tanto repetirse, se volviera una verdad aceptada por todo el mundo.
Qué fácil le salió el mérito a esas ratas de albañal que corrían en sus famosas “guindas” huyendo del poderío y de la efectividad de las fuerzas comandadas por Monterrosa Barrios. Ellos mismos lo declaran en los panfletos que tantas universidades y editoriales de mala muerte les han publicado, al oir el rugir de los aerotransportados huían en desvandada dejando tras de sí los campamentos casi intactos, llenos de trampas cazabobos. He aquí el primer error de su mentira: MOnterrosa estaba acostumbrado a lidear con trampas cazabobos, crees tú, hermano de las armas, que mi Charly iba a trasladar un aparato de transmisión sin revisarlo previamente, sería contradecir su espíritu guerrero, su perspectiva militar, su astucia como comandante de campo, no es más que una vulgar mentira.

La explosión que mató a mi Charly vino desde arriba del pájaro, una de dos, o explotó la turbina (estos pájaros venían de la guerra de Vietnam y hace tiempo que había terminado su vida útil), o se colocó el explosivo en la parte de arriba del helicóptero. El cuerpo de mi Charly fue recogido decapitado, o sea, murió por una exploción producida arriba de su cabeza, si la explosión hubiera sido en el famoso transmisor, su cuerpo hubiera explotado en mil pedazos y no hubieramos recogido nada.

Quizás ahora es dificil investigar la verdadera causa de su muerte, lo cierto es que es necesario desmentir a los que se han lucrado y vanangloriado contando esa patraña. y que se dan el lujo hasta de exibir en un tal “Museo de la Revolución” en Perquín, los restos del pájaro sin que las autoridades militares muevan un dedo para recuperar esos restos.
Hermanos, un día vimos a otros compañeros dejar las entrañas en las montañas de este país por una guerra que se nos impuso desde afuera, creo que nuestros héroes merecen un mejor trato, una memoria con más dignidad, un homenaje más sincero de una nación que es lo que es gracias al sacrificio que implicó el derramamiento de su sangre.
A José Domingo Monterrosa Barrios lo mataron los mercaderes de la guerra, los mercaderes de la muerte, él entregó voluntariamente su vida porque así lo juró ante el altar de la Patria, pero su pecado era ir muy rápido, si le hubieran dado los recursos necesarios, hubiera terminado con la guerra en un par de años o menos, pero el negocio era bueno y él no era de esos mercaderes. Su honor y su honestidad valía más que cualquier cantidad de dinero manchada con sangre y deshonor.
Ha llegado la hora de la verdad, ha llegado la hora en que el nombre del charly Monterrosa sea reivindicado y se eleve a los altares de los heroes, al mismo nivel que Morazán, Barrios, Arce, Bracamonte y Belloso.
¡Honor a quien Honor Merece!
Su memoria vivirá mientras viva la República
¡Por la Patria y con Dios!

Sgto. Guido Miguel Arturo Castro

SI DOMINGO MONTERROSA VIVIERA

Si el Charly Monterrosa no hubiera sido asesinado hubiera sido testigo de la paz que tanto deseaba, porque su lucha no era por odio, era en cumplimiento de su juramento a la bandera y del papel glorioso que la Constitución le confería en ese momento a la Fuerza Armada.
Quizás la guerra hubiera terminado antes, quizás no. Creo que nunca hubiera sido Ministro de la Defensa porque nunca fue político, fue solo un militar de corazón y de carrera.
Lo cierto es que los golpes a los delincuentes terroristas hubieran sido contundentes, certeros, continuos y permanentes. Los delta tangos temblaban cuando sabían que las tropas bajo su mando entraban en operación, ellos conocían su fuerza de reacción y la decisión en el combate. Iba a lo que iba: cumplir con su deber, sin dilación, sin vacilación, aun a costa de su propia vida.
Quizás nunca se hubiera retirado de la vida militar activa, porque esa era su vida, retirarse era morir con ignominia.
Quizás hubiera seguido enseñando, transmitiendo el coraje y la hidalguía a las nuevas generaciones de guerreros. No hubiera permitido el deshonor con el que los políticos trataron a nuestra Institución Armada, que a pesar de haber ofrendado con la sangre de miles de sus hijos, fue tratada como la mala de la mpelícula, en cambio, los asesinos que trataron de mancillar la soberanía nacional, ahora son tratados como los héroes de la película.
Solo los que vivimos el fragor de la batalla, que sentíamos la onda expansiva de los papayasos, que sentíamos zumbar las balas sobre nuestras cabezas, que vimos morir a nuestros soldados con el dolor de la impotencia de poder salvarlos, solo nosotros junto a nuestro Charly Monterrosa, sabemos quienes son los verdaderos enemigos de la Patria, y ya que no les permitirmos manipular la dignidad nacional y ensuciar el pabellón nacional con el trapo sucio de la bandera roja del comunismo internacional, ahora se presentan como lobos con piel de ovejas tratando de engañar a un pueblo cansado de tanta mentira de los políticos de turno.
Pero de una cosa deben estar seguros, los que un día empuñamos las armas para defender la soberanía nacional lo volveremos hacer a pesar de nuestras limitaciones de edad y de fuerza física, pero con una valentía y un arrojo que no han disminuido ni un ápice.
Si el coronel Domingo Monterrosa no hubiera muerto asesinado ahora tendríamos una voz autorizada, legítima y llena de honor que se levantaría en favor de todos los verdaderos salvadoreños.
Sin embargo mi coronel murió, murió como héroe pero sigue viviendo en el corazón de todos los que todavía tenemos vida y la tenemos en abundancia.
¡El Ejército vivirá mientras viva la República!
¡Monterrosa vivirá mientras viva el Ejército!
Por la Patria y con Dios

sgto. Guido Miguel Castro