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NO SE DEBE LLORAR A LOS VALIENTES

La siguiente es una nota editorial publicada en el periódico El Diario de Hoy en octubre de 1984. El autor es el señor Rafael Moreno Guillén y en ella se hace alusión a la trágica muerte de los Héroes de Joateca. El mensaje de esta nota es la de seguir ejemplo de los valientes y no llorarlos pero además se habla de un elemento táctico que en la época del conflicto utilizaban los que estaban en contra de la democracia: aislar a los gobiernos democráticos, destruir su reputación y debilitar su posición internacional. Vale la pena comentar que en esta época lo importante es unirse, fortalecerse y mantener vivos los ideales de libertad y democracia que motivaron a los valientes héroes de la Fuerza Armada de El Salvador.

No se debe llorar a los valientes
Por Rafael Moreno Guillén

No conocía personalmente a los oficiales Monterrosa y Calito, ni a ninguno de los que murieron en el cumplimiento de su deber pero se, como lo sabe todo el pueblo, que amaban a su Patria, que eran extraordinarios militares y que defendían y ganaban una guerra.
Pero bien, no se debe llorar a los valientes porque son hombres escogidos por Dios, para cumplir sus designios. Su ejemplo espartano debe servirnos de acicate para luchar con nuestras fuerzas y recursos al lado de quienes dan su vida por vencer al comunismo.

Los civiles debemos aceptar este compromiso en forma activa y no solo sentarnos a esperar que los militares por si solos, ganen la guerra que amenaza nuestra libertad.
Las víctimas civiles y militares de los ataques terroristas sucedidos después de la reunión de La Palma, son el resultado de la perversidad y traición de los comunistas, habituados a usar las platicas de paz como una estrategia de paz y guerra: siempre van a dialogar con una variedad infinita de engaños y cuando hablan de paz, son maestros en el arte de atraer a los desprevenidos.
Nuestro pueblo desconoce las tácticas comunistas puestas en práctica para destruir su moral y solo siente los efectos de destrucción y muerte que la causa la guerrilla. Esto es peligroso porque un pueblo puede caer en las garras del totalitarismo si no esta debidamente informado del peligro de hacer una paz negociada con el terror.
Es necesario saber que esperar resultados concretos de los diálogos con ellos, es nada más una ilusión porque buscan porque lo que buscan con estos diálogos es crear – más bien que resolver problemas.
Hay un refrán chino: “Cuando un comunista te da la mano derecha, cuidate del golpe que te dará con la izquierda”.
Eso es lo que esta pasando, recibimos ahora los efectos de las tácticas comunistas del doble juego que recomienda Mao: hablar, hablar, pelear, pelear y hablar miestras se pelea.
Las propuestas de los comunistas varían de acuerdo a su estrategia política militar: a veces parecen razonables pero en si mismas son trampas, que los cabecillas no tienen en el fondo deseos de abandonar sus planteamientos originales de obtener el poder total y sobre esto no harán nunca ninguna variación o concesiones: los últimos cables internacionales demuestran eso. Su lucha política es la de aislar a los gobiernos democráticos, destruir su reputación y debilitar su posición internacional para de este modo ganarse la compasión de Estados Unidos y Europa, presentándose como reformadores social-demócratas.
Pensar que un dialogo es el comienzo de la pacificación del país no es cierto; lo único que se conseguirá es darle un nuevo giro a la lucha desde otra posición mejorada – política y militarmente – para los comunistas con el agravante de que introducen al mismo tiempo el desaliento y derrotismo.
Los soldados muertos en acción, pueden presentarse ante la Patria y decirle: Le informo, Señor…Misión Cumplida!
No lloremos la muerte de los valientes, sigamos su ejemplo.

¡MONTERROSA VIVE!

Por Guido Miguel Castro

Este 23 de octubre conmemoramos el 26º aniversario de la heroica muerte del Teniente Coronel de Artillería DEM Domingo Monterrosa Barrios, en el marco del Operativo Torola IV, junto al coronel Calito y el Mayor Azmita, siendo Comandante de la Tercera Brigada de Infantería y Jefe de la Tercera Zona Militar, con el antecedente de haber sido el primer Comandante y fundador del Batallón Atlacatl y del Batallón de Paracaidistas.

Nacido de humilde familia en Berlín, cursó estudios de secundaria en el Instituto Nacional Francisco Menéndez y en el Liceo Salvadoreño. Entre la vocación sacerdotal y la carrera militar escogió la segunda, graduándose con honores en 1963, obteniendo la primera antigüedad y ganando el premio “Bernardo Hogigins” que concedía la misión chilena al mejor cadete de cada promoción.

Comandó la Quinta Compañía de Expedicionarios de la Guardia nacional en la Guerra de la Dignidad Nacional contra Honduras, caracterizándose por su honradez y rectitud en el cumplimiento del deber, evitando siempre abusar de su posición de ejército vencedor.

Siempre se caracterizó por una condición física superior al promedio y con una osadía que le permitió ser el mejor Comandante de Campo durante la Guerra contrainsurgente. Mientras fue Comandante del Batallón de Paracaidistas trotaba junto a su perro “Huragan” un Pastor Alemán albino, y todo el Batallón desde su sede en Ilopango hasta el Hotel El Salvador en la Colonia Escalón.

Nunca mantuvo distancia con la tropa, más bien se hacía uno más de ello, eso imprimía respeto, valentía y espíritu de equipo. Era de los Comandantes que marchaban al frente de batalla en primera línea, no

era de los que dirigían las batallas desde el cuartel o desde una posición dominante y segura.

Sus manos siempre estuvieron llenas de sangre, sí, de sangre de heroicos soldados que morían en sus brazos, como en los de un verdadero padre.

Al relacionarse con la población civil imprimía confianza en momentos de desesperanza, llevaba alivio a las zonas desbastadas por la guerra, cuando pedía comida para su cuerpo de oficiales y para la tropa siempre la pagaba, mucha gente no quería aceptarlo, pero él insistía. Sin embargo, era de los pocos jefes y oficiales que entregaba los remanentes de dinero de los operativos, a la gran mayoría nunca les alcanzaba lo que les daban.

Cuando su tropa cruzaba el Torola sostenidos de un cable, él lo hacía varias veces, ya que cargaba sobre sus hombros a los soldados de más baja estatura para que la fuerte corriente nos los arrastrara con las 60 libras de equipo que cargaban.

Bromeaba siempre con la muerte, siempre le jugaba la vuelta, era necesario un plan traidor para poder eliminarlo.

Para muchos era una molestia ya que llevaba la guerra demasiado rápido hacia una salida militar. Esto no era bueno ni para los comerciantes de la muerte ni para los políticos de la guerra popular prolongada o los conflictos de baja intensidad, era un estorbo para todos ellos.

Joaquín Villalobos, su más acérrimo enemigo, siempre se ha adjudicado la autoría material e intelectual del asesinato y actualmente sus descendientes exhiben como un trofeo de guerra los restos del helicóptero en el que murió en el llamado “Museo de la Revolución” sin que nadie lo reclame, pero la verdad es que ese cuentecito de la

“Radio Venceremos” solo lo puede creer un ingenuo que crea que Domingo Monterrosa era uno de ellos.

La autopsia del cuerpo del Héroe de Joateca revela una explosión en la parte superior de la nave aérea en la que se transportaba…la historia juzgará en su momento. ¡Monterrosa Vive!