MONTERROSA, LA PAZ Y LA DEMOCRACIA
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DISCURSO DEL TTE. CNEL. DOMINGO MONTERROSA BARRIOS
DURANTE LA JURAMENTACIÓN DE 150 MIEMBROS DEL BATALLÓN ATLACATL
EN AGUAS CALIENTES, MORAZÁN
(EN PRESENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DE LA DEFENSA NACIONAL, GRAL. EUGENIO VIDES CASANOVA, AGREGADOS MILITARES DE VARIAS EMBAJADAS DE GOBIERNOS AMIGOS, MADRES DE LOS SOLDADOS JURAMENTADOS Y FAMILIARES DE UN SOLDADO CAIDO EN COMBATE QUE FUE CONDECORADO, HERMANO DE OTRO SOLDADO QUE MURIÓ POR LA PATRIA EN EL CERRO DE GUAZAPA)
“El hombre de uniforme, el hombre profesional, el hombre que por la Constitución está cumpliendo una misión, es una honra y un orgullo de ser soldado. Y ser soldado con la conciencia que debe caracterizar cuando especialmente la Patria se encuentra en la situación de peligro como la es, la que estamos pasando nosotros.
Quería aprovechar esta ocasión para expresar lo orgulloso que nos sentimos todos los soldados del Batallón Atlacatl por pertenecer a esta unidad, que considero, que es la pionera de esta guerra que estamos librando, con mucho honor y con mucho orgullo, por estos cinco millones de habitantes que componen El Salvador, y a saber, cuántos millones más de aquellos que tendremos todavía esa fe democrática y la estamos defendiendo.
Señores aquí presente, para nosotros es un estímulo y es una motivación para saber que no hemos perdido esa fe que ellas mismas nos engendraron, la fe religiosa como en algunas partes de estos pueblos de aquí de Morazán les he manifestado, la fe religiosa, la fe a nuestros seres queridos, y la fe democrática, que es el legado, que es la herencia, que nuestros padres nos han dado, y que creo, que todos los que estamos aquí presentes tenemos esa fe también.
Y por último, quisiera felicitar a esa Primera Compañía que está allí presente, porque ha sido una de las testigos, una de los verdaderos soldados que en los momentos difíciles pudieron soportar el embate de este enemigo cobarde que se encuentra aquí en Morazán y regado en todo el país.
Ellos, con mucha valentía, pudieron soportarlo, y no solamente pudieron soportarlo, sino que pudieron echarlos del lugar donde ellos los habían sorprendido, y eso, eso es de los valientes y ahí están presentes, y así como ellos, en el resto de la Fuerza Armada, hay una gran cantidad de valientes soldados que todavía mantenemos esa fe democrática, esa fe por la cual luchamos, porque el enemigo, lo único que nos ha traído, y especialmente a este pueblo de Morazán, que ha constituido la vanguardia, pero la vanguardia del sufrimiento, la vanguardia de la destrucción, es la verdadera fe por llegar a conquistar ese anhelo de todo un pueblo, todo un pueblo que está clamando, que es por la paz.
Por eso luchamos, por conquistar la paz, y por eso nuestro monumento que hicimos al cumplir un año, significa la victoria por la paz, porque consideramos, que como hombres de uniforme, la única manera de poder conquistar la paz es por las armas que empuñamos”
COMENTARIO
Este discurso, surgido de lo más profundo del espíritu guerrero de Domingo Monterrosa, quien en el mismo se define como un soldado, como un soldado del Batallón Atlacatl, orgullosamente miembro de la Fuerza Armada, define elementos vitales de su concepción de la guerra y del proceso democrático.
En primer lugar, define la misión de la Fuerza Armada como de orden constitucional, no es una lucha antojadiza del Ejército, sino el cumplimiento de una misión, de un mandato surgido del Soberano, del pueblo mismo.
Caracteriza la lucha de defensa de la agresión comunista, como una defensa de la aspiración, de la fe en la democracia y de la vocación democrática que los salvadoreños hemos heredado de nuestros padres y antepasados, específicamente se dirigió a las madres de los soldados que se encontraban presentes, y unió esa vocación democrática a la fe religiosa: Por la Patria y con Dios no es un lema antojadizo, es una expresión de su concepción de la vida, de su misión como soldado y de la vocación de su pueblo, la fe en Dios y en la Democracia.
Destaca el momento histórico que se estaba viviendo, en el que el soldado salvadoreño, especialmente el comando Atlacatl, asume su misión de defensa del orden institucional, en favor de todos los salvadoreños, de entonces y de siempre, de su libertad y de la democracia.
La ceremonia en la que pronuncia este discurso, se realiza en el corazón de Morazán, al NE de la población de Corinto, en Aguas Calientes, para desmentir el mito que la guerrilla dominaba todo el territorio de ese Departamento. Era tan seguro el lugar que asistieron a la juramentación el Ministro de Defensa y varios agregados militares de gobiernos amigos. La guerrilla tragó amargo siempre que Monterrosa imponía su autoridad.
El Coronel Monterrosa exalta la valentía de la Primera Compañía que estaba siendo juramentada, la cual había realizado una operación de eliminación y desalojo de elementos terroristas de la zona. En el ataque falleció un comando Atlacatl, cuya madre fue condecorada en esa ocasión. El soldado fallecido era hermano de otro héroe de la Fuerza Armada caído en acción en el Cerro de Guazapa.
Es notoria la emoción que expresa en el tono de voz nuestro Héroe cuando menciona a la Fuerza Armada y al Batallón Atlacatl. Su sentimiento de pertenencia a la Institución Armada y en particular, a esta unidad militar fundada por él mismo, refleja cómo realizó plenamente su vocación a la vida militar, por lo que su muerte, en el cumplimiento del deber, resulta la culminación gloriosa de una vida consagrada al servicio de la Patria.
Señala a los terroristas del FMLN como los mensajeros del terror, de la destrucción, de la muerte, y contrasta su vocación personal y la misión de la Fuerza Armada de alcanzar la paz a través del uso institucional de las armas, que el pueblo ha puesto en manos de la Institución Armada.
Cuánta razón tenía mi Coronel al considerar que con los terroristas no se podía negociar, que a ellos se les debía vencer y eliminar en el campo de batalla, sin embargo a los políticos y a los estrategas de los mercantilistas de la guerra ese análisis no les parecía ni les convenía porque se les terminaba el negocio.
Monterrosa, Democracia y Paz era un trinomio inseparable que desgraciadamente no se llegó a concretar, pero que nos dejó una herencia, una misión, una posición que está todavía pendiente de ser tomada por los herederos de los ideales de mi Coronel Domingo Monterrosa Barrios.
Por la Patria y con Dios.
Sgto. Guido Miguel Castro
DOMINGO MONTERROSA ERA ANTE TODO UN SOLDADO
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El Coronel Domingo Monterrosa era el mejor Jefe Militar de la guerra de agresión comunista en El Salvador, era el estratega que mejor entendió la táctica guerrilla y el que mejor desarrolló las técnicas de guerra anti guerrillas, pero él ante todo se consideraba un soldado.
En la vida militar, los oficiales que egresan de la Escuela Militar, por lo regular, se consideran superiores a los elementos de tropa, por su formación, por su grado académico, por su preparación, por su status económico, por su grado militar y por una serie de conceptos equivocados y sentimientos de prepotencia.
En cambio Domingo Monterrosa conservó un secreto que traía de su vida civil: la humildad, y esa virtud es la que precisamente lo hicieron grande, porque nunca olvidó su origen humilde y consideraba a los soldados como hermanos que habían salido de la misma cuna, y más que hermanos, él se consideraba su padre debido al nivel de mando, a la ascendencia y autoridad moral y de grado que tenía por su calidad de jefe militar.
Nunca maltrató un soldado porque sabía lo dura que era la vida militar y porque los consideraba personas, con dignidad intrínseca, y que aunque era su superior, les respetaba para que el soldado le respetara, por lo que era y no por miedo al castigo.
Monterrosa sabía que en el teatro de operaciones todos eran iguales, todos eran víctimas del cansancio, del hambre, del dolor, sabía que las balas no respetaban rangos y que el trabajo en equipo era el que iba a sacar a sus unidades hasta del peor de los infiernos de la guerra.
Mi Coronel comprendió que en las misiones todos debían cuidarse las espaldas, y que un buen trato a sus soldados implicaría no solo lealtad sino también protección. Más de algún oficial murió con un balazo en la espalda por maltratar a su tropa. En cambio al Coronel Monterrosa todos sus soldados le cuidaban la espalda y estaban dispuestos a morir por él.
Cuando se conoció de su muerte, lloraron como niños hasta los soldados más valientes, todos sintieron que habían quedado huérfanos, todos habían perdido al amigo, al padre, al hermano.
Monterrosa nunca dejó de ser soldado desde su juramentación el 7 de mayo de 1963, ¡¡¡¡¡hace 50 AÑOS!!!!, ese fue el día más importante de su vida, hasta que hizo realidad el juramento que hizo aquella mañana al ofrendar su vida en el Altar de la Patria.
Monterrosa tenía que morir como soldado, en el cumplimiento del deber, ese era su destino, la muerte gloriosa de los héroes, a la que solo unos pocos merecen llegar.
Monterrosa no podía morir en la paz de un cuarto de hospital o en su habitación, eso no iba con su naturaleza, personalidad, misión y destino, tenía que morir en acción de combate.
La historia todavía tiene una inmensa deuda con él, sin embargo el amanecer de su gloria está ya cercano, pronto el pueblo le otorgará su merecido homenaje y las generaciones presentes y futuras sabrán reconocer sus méritos y su servicio a la Patria.
Quienes lo conocieron y quienes combatieron con él, dan testimonio de su sencillez, de su trato alegre y afable con su tropa, se involucraba con ellos como uno más. Sus danzas guerreras buscaban interactuar con la tropa y llenarlos del orgullo de ser un soldado salvadoreño, que es para lo que él nació y por lo que él murió.
Por todo ello, Domingo Monterrosa es el soldado más representativo del Ejército salvadoreño, el modelo a seguir, la encarnación del verdadero héroe nacional, la imagen del soldado desconocido que no tiene ni siquiera una tumba donde ser recordado. En Monterrosa se reúnen todas las virtudes del militar honorable y virtuoso, eficaz y eficiente, preparado para el cumplimiento del deber.
Vaya, a través del Coronel Domingo Monterrosa, nuestro homenaje a todos los soldados que ofrendaron su vida por la Patria y a todos aquellos que sobrevivimos y que seguimos leales a nuestro juramento siempre dispuestos a defender a nuestro pueblo aun a costa de nuestra propia vida.
Por la Patria y con Dios
Sgto. Guido Miguel Castro
EL DÍA DEL SOLDADO
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Por Guido Miguel Castro
El 7 de mayo de 1824, la Legión de la Libertad, comandada por el General Manuel José Arce, se organizaba como el embrión de lo que ahora conocemos como la Fuerza Armada de El Salvador.
Esta fecha se instituyó como la fiesta del Soldado Salvadoreño, para rememorar el papel que estos héroes anónimos han jugado en la construcción de la República, desde el recluta recién juramentado hasta el General de División. Todos, sin distinción, han jurado defender a la Patria, aun a costa de sus propias vidas, y muchos lo han hecho, muchos de forma heroica como el Teniente Coronel Domingo Monterrosa, quien además vivió su carrera militar con honor e hidalguía.
El honor de portar el uniforme del soldado nacional no lo pueden experimentar todos los ciudadanos, pero quienes lo hacen deben considerarse privilegiados porque son la continuidad de ese ideal original del General Arce, quien llegó a afirmar “El Ejército vivirá mientras viva la República”, en el ánimo de considerar a la institución armada como la garante de la institucionalidad democrática de El Salvador, como el ojo avizor de un pueblo que poco puede hacer en un momento dado contra el poder político, que muchas veces abusa y privilegia a unos pocos.
El soldado salvadoreño ha escrito páginas heroicas en la historia de la República, su sangre ha regado la tierra salvadoreña en defensa de los intereses nacionales, tanto de enemigos extranjeros como de agresiones internas, el soldado salvadoreño ha ocupado siempre la primera línea de fuego, en la retaguardia, escondidos y aprovechados, están los políticos que al final disfrutan de los beneficios que el soldado ha logrado con el sacrificio de su vida y de su integridad física.
Nadie puede negar que el actual proceso democrático lo inició la Fuerza Armada, tan criticada y tan vilipendiada por aquellos que ahora gozan de los dineros públicos y del poder político, sin embargo, el soldado regresó a sus guarniciones militares o pasó a la vida civil de forma incógnita, sin beneficios, a comenzar de nuevo, su sacrificio benefició a otros menos a él. De esa manera, veinte años después, observamos a los veteranos de guerra luchando por beneficios mínimos que ahora los políticos dicen no saber de adonde tomar, y los califican de revoltosos, pero cuando las balas silbaban, todos se escudaban tras las unidades de combate de la Fuerza Armada.
El soldado salvadoreño es por regla general, con honorables excepciones, de origen humilde, eran de manos encallecidas y pieles curtidas por el sol las madres que reclamaban los cuerpos de sus hijos caídos en combate, eran familias sencillas las que acompañan a nuestros soldados en los cuarteles los días de visita, muchas veces analfabetas o de baja formación académica, su paso por la Fuerza Armada implica no solo la formación en las artes de la guerra, sino también cierto de nivel de alfabetización o el aprendizaje de una oficio que les permita ganarse la vida honradamente al volver a la vida civil.
Pero lo esencial del soldado salvadoreño es su disposición a defender los intereses patrios, aún con la ofrenda de la propia vida, sin esperar a cambio ni siquiera el reconocimiento de su sacrificio. Su interés es servir a la Patria, un concepto que para muchos no significa nada, pero para el soldado salvadoreño lo es todo.
Vaya nuestro recuerdo y nuestro homenaje a todos los soldados que a lo largo de 190 años han ofrendado su vida, su sangre, su sudor, sus lágrimas y su valor para permitirnos a los salvadoreños de todos los tiempos vivir en libertad.
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