EL ANTIMILITARISMO

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La condena a 80 años de prisión contra el General Efraín Ríos Montt, ex presidente guatemalteco, pronunciada por el Tribunal Primero A de Mayor Riesgo de la ciudad de Guatemala, presidido por la jueza Iris Jazmín Barrios, por los supuestos delitos de Genocidio y Deberes contra la Humanidad, constituye la última expresión del antimilitarismo que los grupos de izquierda han propalado por toda América Latina luego de las fracasadas revoluciones que de los años cincuenta a los ochenta, que a excepción de la cubana, llevaron dolor y luto a los pueblos sin haber conquistado sus supuestas banderas de lucha.

El ejercicio del poder por la fuerza militar ha sido experimentado por todos los pueblos y culturas a lo largo de la historia. Las grandes naciones europeas, hace menos de 100 años, estuvieron bajo verdaderos regímenes de terror fascista y ni en Alemania, ni en Italia, ni en España se andan persiguiendo a los antiguos gobernantes o jefes militares. En su momento, lo hicieron las fuerzas vencedoras, pero no sus propios pueblos y mucho menos, se han organizado campañas millonarias como las financiadas por los jesuitas y grupos socialistas y comunistas en América Latina, como una especie de revancha ante la imposibilidad histórica de vencer a las Fuerzas Armadas Latinoamericanas.

Videla, recientemente fallecido en prisión, Pinochet, Ríos Montt, García y Vides Casanova, son ejemplos claros de gobernantes y jefes militares, que en cumplimiento del mandato constitucional, enfrentaron agresiones subversivas y ahora resulta que son violadores de los derechos humanos, genocidas y asesinos.

Todas las guerras civiles en nuestros países fueron iniciadas por grupos terroristas que actualmente, en la mayoría de casos, se han transformado en partidos políticos y sus dirigentes en nuevos millonarios a través de la iniciativa ALBA.

Hasta la fecha, nunca se ha conocido de algún juicio promovido contra algún comandante guerrillero a pesar de las muchas masacres y asesinatos cometidos por las fuerzas insurgentes en diversos conflictos.

Las guerras son complejas. En muchos casos, los supuestos abusos son cometidos por elementos de los Ejércitos sin ningún conocimiento de los Altos Mandos, resulta imposible que los Comandantes Militares tengan control hasta del último elemento de tropa y sobre los efectos psicológicos que la misma presión de los combates produce en los individuos.

Existen momentos en los combates en los que se toman decisiones en pocos segundos: una ráfaga, un tiro de mortero, el lanzamiento de un cohete low, un grado de equivocación en un tiro de artillería, un ataque de fusilería, y en esos pocos segundos o circunstancias. Es imposible evaluar los daños colaterales del combate, sobre todo cuando el enemigo tiene escudos humanos o se moviliza junto a fuertes contingentes de elementos de masas.

La izquierda siempre ha buscado crear mártires y víctimas que justifiquen sus agresiones armadas. Sus dirigentes se ha valido de esas supuestas violaciones a los derechos humanos para montar estructuras que apoyan a las supuestas víctimas y recolectan millones de dólares con los que pagan abogados y campañas publicitarias para reivindicar a los verdaderos agresores de las sociedades. Muchos hacen de esto un modus vivendi.

Es innegable que actualmente los ejércitos latinoamericanos se han modernizado y profesionalizado, pero los seguidores de Marx y la Teología de la Liberación nunca les perdonarán el hecho que les impidieron la toma del poder por la vía violenta.

En El Salvador, ese antimilitarismo últimamente se ha manifestado en la declaratoria de inconstitucionalidad de los nombramientos de dos generales que ocupaban las plazas de Ministro de Seguridad Pública y la Dirección de la Policía Nacional Civil, con la insinuación que se declarará próximamente la inconstitucionalidad del uso de la Fuerza Armada en labores de apoyo a la seguridad pública en momentos en que la sociedad se debate en una incontenible ola de delincuencia y violencia social.

Lo grave de esa declaratoria, es que los magistrados firmantes afirman que la formación militar les inhibe de ejercer dichos cargos, como si la formación militar creara asesinos o déspotas incapaces de ejercer cargos en la rama de la seguridad pública. ¿Y cómo es que nunca se pronunciaron en ese sentido cuando un terrorista que participó en la destrucción del Puente de Oro ocupó el cargo de Director de la PNC? Ahí tenemos una prueba de su doble moral.

Esperamos que el tiempo vaya opacando estas campañas de antimilitarismo y que los pueblos le vayan devolviendo el sitial de honor que merecen sus Fuerzas Armadas en la historia y en la sociedad.

Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

LA MADRE DEL SOLDADO

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El soldado salvadoreño, como todos los seres humanos, posee una madre. Son mujeres sencillas, humildes, trabajadoras y generosas al entregar a sus hijos al servicio más noble que se le puede dar a la Patria.

Son mujeres que sufren desde que sus hijos son reclutados o se presentan voluntariamente a prestar su servicio militar, sin embargo, en el fondo de su corazón, se sienten orgullosas de que su hijo se hace hombre en el rigor de la vida militar.

Cada día de visita familiar, prepara, dentro de su pobreza y humildad, algunos platos y golosinas para que su hijo deleite el paladar y cambie un poco el menú del rancho militar. Aunque sean frijolitos, si están hechos con el amor de la madre, siempre saben diferente. La sazón de la casa en inimitable.

Le llevan las noticias del pueblo o de la colonia, los adelantos escolares de sus hermanos, una carta de la novia, una media libra de su queso preferido, algunos dulces y un par de dólares para que pueda comprar los cigarros.

El sacrificio y el dolor de estas madres son los elementos fundamentales en los que se asientan las bases del Ejército, porque la gran mayoría de nuestros héroes soportan el sufrimiento de la instrucción militar por amor a su Patria y por amor a sus madres, porque quieren que ellas se sientan orgullosos de ellos y que nadie las avergüence por ser madres de un desertor o de un cobarde, quieren que sean madres de un héroe, de un hombre.

¡¡¡¡Cuántas madres de soldados caídos en combate, guardan en algún lugar especial, la medalla que algún Jefe militar le entregó en memoria de su hijo, por la ofrenda de su vida en favor de los intereses patrios!!!

La sacan de vez en cuando y lloran en silencio, donde nadie las ve, porque es su dolor, un dolor de Patria, un dolor con honor, y a más de alguna se le escapa en medio de los sollozos, un “murió por la Patria”, “murió como un

hombre”, y envolviendo la presea la vuelve a guardar y seca sus lágrimas con el delantal y vuelve a sus quehaceres diarios.

Mi Coronel Monterrosa entregó muchos reclutas a sus madres por dos razones: porque era el único sostén de su madre o porque ya otros de sus hijos estaban prestando el servicio militar o habían muerto por la Patria. Sin embargo, muchas veces los mismos reclutas hablaban con su madre y les pedían quedarse, la madre era despedida por su hijo y por mi Coronel que se daba cuenta que quedaba a cargo de un héroe que quizás entregaría en un ataúd a su madre. La madre se retiraba con lágrimas en los ojos pero con el corazón lleno de orgullo. Mi Coronel más de alguna vez tuvo que secar, sin delatarse, alguna lágrima de sus ojos al presenciar tanta hidalguía y nobleza.

Cuando imponía una medalla al honor en memoria de sus soldados caídos en combate, saludaba a sus madres con un gran abrazo y beso en su mejilla, porque en el fondo sabía que él se había convertido en padre de sus soldados caídos en combate aunque no los hubiera engendrado biológicamente, pero sí militarmente porque les había sabido transmitir su coraje.

Muchos paracaidistas ofrecían su primer salto en honor a su madre, era el culmen de uno de los cursos más duros en la formación militar, no todos se gradúan, muchos desertan en las primeras de cambio. Un día antes firmábamos el seguro de vida y más de algún parachute no abría el paracaídas en algún salto libre para que su mamá saliera de la miseria.

Una vez un paracaidista se desertó, una comisión lo fue a buscar a la casa y su madre se ofreció a lavar los baños de la compañía hasta que su hijo se entregara y enfrentara como hombre su error. A los dos días llegó el recluta y por el sacrificio de su madre solo le dieron 30 días de arresto y una que otra garroteadita para que aprendiera a ser hombre, y llegó a ser un gran combatiente, todo por el valor y el carácter de su madre.

Muchas madres siguen orgullosas del servicio o del sacrificio de sus hijos. Es común encontrar en los hogares humildes del campo o de los pueblos, un rincón especial dedicado a las fotos o diplomas de los cursos de su hijo, los cuales son mostrados con orgullo.

Otras cuentan cómo sus hijos, después del servicio militar o de la desmovilización que hicieron los políticos, emigraron a los Estados Unidos en busca de la oportunidad que la Patria que defendieron les negaba, pero afirman que la dureza del camino la pudieron soportar gracias a su vida en el Ejército, en el que aprendieron a utilizar todas sus potencialidades para tomar las posiciones que sus superiores les ordenaban y a cumplir las misiones que se le encomendaban.

El pueblo salvadoreño tiene una deuda pendiente con las madres de los soldados salvadoreños, quienes combatieron junto a sus hijos a través de sus oraciones, su soledad, su sufrimiento, sus lágrimas y su dolor.

Vaya nuestro homenaje a todas ellas y la esperanza que Dios sabrá premiar con la felicidad eterna su ofrenda de amor a favor de la construcción de la Patria.

Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

EL IRRESPETO AL SOLDADO SALVADOREÑO

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Con gran sorpresa, los salvadoreños nos enteramos esta mañana que las autoridades del Gobierno habían adelantado la celebración del Día del Soldado Salvadoreño sin aviso previo.

Una vez más el presidente de la República ha irrespetado la memoria de miles de soldados salvadoreños, de la misma manera que lo hizo el año pasado con sus infortunadas declaraciones en el caserío El Mozote el 16 de enero de 2012, cuando insultó la memoria de nuestros héroes de la Fuerza Armada.

No es un simple cambio de fecha por comodidad o agenda del presidente, es un irrespeto continuo a las tradiciones cívicas salvadoreñas. El año pasado se pasó por alto el Primer Centenario de la adopción de nuestras Bandera y Escudo Nacional el 15 de Septiembre de 1912 y el presente año se pasó por alto el centenario del asesinato del Presidente Manuel Enrique Araujo, fundador de la Benemérita Guardia Nacional.

Pareciera que se desea romper con todas las tradiciones del civismo y patriotismo salvadoreño. Es notorio cómo muchos funcionarios públicos ni siquiera rinden honores a la Bandera Nacional ni escuchan con respeto el Himno Nacional.

Se pretenden destruir las instituciones familiares y la moral brilla por su ausencia en los Centros Escolares oficiales.

Muchos militares, que portaron en su momento el uniforme y empuñaron las armas en nombre de la Patria, hoy guardan un silencio cómplice, quizás con el objetivo de no complicarse la vida y disfrutar un apacible y cómodo retiro.

¿Donde están los comandos que un día defendieron la institucionalidad nacional? ¿Dónde están los cien mil soldados que un día extendimos nuestra mano derecha mientras sosteníamos el fusil con la mano izquierda y jurábamos defender la Patria aun a costa de nuestra propia vida?

Solo el silencio responde, ante la mirada incrédula de todos los héroes que desde el más allá nos observan y nos reclaman el cumplimiento de nuestro juramento.

Ojalá y pronto las cosas cambien y nuestro pueblo despierte de la somnolencia en la que nos mantienen los que manipulan y destruyen las instituciones y tradiciones republicanas que nos han sostenido por 192 años de vida independiente.

Elevemos nuestra voz y nuestra voluntad en el rescate de nuestra Patria, hagámoslo por la memoria, la sangre, las lágrimas y el sudor de nuestros héroes, por las madres que ofrecieron sus hijos al altar de la Patria, por las esposas que día a día elevaban sus oraciones al Todopoderoso y sufrían cada vez que llegaba un telegrama a su casa, por todos los que esperaban con fe en su Fuerza Armada la liberación de la agresión terrorista.

¡Honor a todos los soldados que ofrendaron su vida por la Patria!

Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

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¿Qué dicen quienes conocieron al Tte. Cnel. Monterrosa?

El testimonio de quienes los conocieron

Igualmente a Monterrosa jure defender la patria en 1967 y nos preparamos juntos con Azmitia en Artilleria para entrar en combate con el vecino pais Hon. Calitto fue mi excelente maestro instructor mis Heroes lOs recuerdo con cariño.
Conocí al Coronel en el campo de batalla. En muchas ocasiones fuimos la cuarta compañía del batallón al principio eran 3 nada más. Siempre el pedía los Paracaidistas como cuarta compañía y era asombroso el carisma que inspiraba a la tropa. Estuve en el Mozote luego y ese lugar era una base militar guerrillera.
Yo pienso que un hombre como Domingo MONTERROSA nunca será olvidado por los buenos salvadoreños. Es una Pena que se nos adelanto.
Te conocí cuando eras Teniente. Y no  te volví a ver, quisiera mirarte y darte un ABRAZO. Llevamos la misma sangre.

Tte. Cnel. Domingo Monterrosa Barrios - El Salvador, Centro America