SI DOMINGO MONTERROSA VIVIERA

Si el Charly Monterrosa no hubiera sido asesinado hubiera sido testigo de la paz que tanto deseaba, porque su lucha no era por odio, era en cumplimiento de su juramento a la bandera y del papel glorioso que la Constitución le confería en ese momento a la Fuerza Armada.
Quizás la guerra hubiera terminado antes, quizás no. Creo que nunca hubiera sido Ministro de la Defensa porque nunca fue político, fue solo un militar de corazón y de carrera.
Lo cierto es que los golpes a los delincuentes terroristas hubieran sido contundentes, certeros, continuos y permanentes. Los delta tangos temblaban cuando sabían que las tropas bajo su mando entraban en operación, ellos conocían su fuerza de reacción y la decisión en el combate. Iba a lo que iba: cumplir con su deber, sin dilación, sin vacilación, aun a costa de su propia vida.
Quizás nunca se hubiera retirado de la vida militar activa, porque esa era su vida, retirarse era morir con ignominia.
Quizás hubiera seguido enseñando, transmitiendo el coraje y la hidalguía a las nuevas generaciones de guerreros. No hubiera permitido el deshonor con el que los políticos trataron a nuestra Institución Armada, que a pesar de haber ofrendado con la sangre de miles de sus hijos, fue tratada como la mala de la mpelícula, en cambio, los asesinos que trataron de mancillar la soberanía nacional, ahora son tratados como los héroes de la película.
Solo los que vivimos el fragor de la batalla, que sentíamos la onda expansiva de los papayasos, que sentíamos zumbar las balas sobre nuestras cabezas, que vimos morir a nuestros soldados con el dolor de la impotencia de poder salvarlos, solo nosotros junto a nuestro Charly Monterrosa, sabemos quienes son los verdaderos enemigos de la Patria, y ya que no les permitirmos manipular la dignidad nacional y ensuciar el pabellón nacional con el trapo sucio de la bandera roja del comunismo internacional, ahora se presentan como lobos con piel de ovejas tratando de engañar a un pueblo cansado de tanta mentira de los políticos de turno.
Pero de una cosa deben estar seguros, los que un día empuñamos las armas para defender la soberanía nacional lo volveremos hacer a pesar de nuestras limitaciones de edad y de fuerza física, pero con una valentía y un arrojo que no han disminuido ni un ápice.
Si el coronel Domingo Monterrosa no hubiera muerto asesinado ahora tendríamos una voz autorizada, legítima y llena de honor que se levantaría en favor de todos los verdaderos salvadoreños.
Sin embargo mi coronel murió, murió como héroe pero sigue viviendo en el corazón de todos los que todavía tenemos vida y la tenemos en abundancia.
¡El Ejército vivirá mientras viva la República!
¡Monterrosa vivirá mientras viva el Ejército!
Por la Patria y con Dios

sgto. Guido Miguel Castro

TENIENTE CORONEL JOSÉ DOMINGO MONTERROSA BARRIOS: ¡MURIÓ POR LA PATRIA!

Cuando no estabamos operando, a las seis de la tarde formabamos para el arreo de la bandera y para escuchar el listado de los hombres que habían ofrendado su vida en aras de los más altos intereses de la Patria, de los que habían cumplido con su juramento a costa de su propia vida. Ante la mención de cada nombre gritábamos al unísono ¡MURIÓ POR LA PATRIA!

Yo no estaba en el Glorioso Ejército Nacional aquella tarde dolorosa del 23 de octubre de 1984, pero lloré al escuchar a las cinco de la tarde el parte de guerra de Coprefa, pero me imagino que nunca como esa tarde se escuchó entre los hombres de armas ¡¡¡¡¡MURIÓ POR LA PATRIA!!!!!!!!

Morir por la Patria para los apátridas no significa nada, les parece hasta ridículo, pero para los que amamos a nuestro País, para los que amamos su historia, a su gente, para los que hemos ofrecido nuestro sudor y dolor junto a muchos compañeros que tuvieron la gloria de ofrendar su vida en el altar de la Patria, “Morir por la Patria” es la mayor prueba, el mejor símbolo de entrega de patriotismo.

El Gran Comandante nos dijo un día: “Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos”. Esta verdad del Evangelio se hizo realidad en el Charly Monterrosa: él amaba a su pueblo, a su gente, entre más sencilla mejor, y ellos le amaban también. Amaba a sus soldados, eran sus hijos adoptivos, y los amaba tanto como a sus hijos de sangre, se preocupaba por ellos, por su alimentación, por la calidad de sus armas y municiones, sus uniformes y su transporte, vivía pensando en sus soldados, nunca se valió de su cargo para beneficio personal, no dejó fortuna conocida, murió como los grandes, pobre, llegó a la presencia de Dios con la carga de sus buenas obras, de sus virtudes, le dio parte al Señor de la Misión Cumplida y pasó a recibir el premio reservado a los siervos buenos y fieles.
Morir por la Patria representó el cierre de una vida que se inició con su juramento de fidelidad a la bandera siendo un nobel Caballero Cadete, renovó día a día ese juramento, probó permanentemente que estaba dispuesto a cumplirlo sin temor, con el valor de los héroes, lo dió todo y desgraciadamente no todos reconocen esa entrega, ese sacrificio, esa hidalguía, ese coraje, ese arrojo sin par en la historia del Ejército Nacional.

En el trote cantabamos aquella canción que decía: “Es mi orgullo ponerme el uniforme/que distingue al soldado nacional/ y en moriri por mi patria estoy conforme/ ser herido aunque vaya al hospital/ el fusil es mi amigo inseparable/ yo con él me presento a la instrucción…, portar el uniforme era un orgullo para el Charly, un honor, un compromiso de entrega total por los más altos intereses de la Patria. Portó con orgullo el uniforme caki del Batallón de Paracidistas a quienes nos dejó el simpático trote de la Fuerza Aérea hasta el redondel Masferrer, portó el verde olivo, el camuflaje francés, el camuflaje gringo, lo sudó, lo ensució, lo honró como nadie lo ha hecho en la hostoria de los heroes salvadoreños. Como nadie lució el parche del Atlacatl, parecía que era la misma personificación del héroe legendario que había cambiado el arco vengador por el M-16. Kepis, sombrero, gorra y boina ocre sustituyeron el penacho de plumas que cubrieron la cabeza visible del Ejército Salvadoreña. Lider indiscutible, voz de mando, azimut efectivo, coordenada de la victoria, tiro certero, coraje, todas estas caracteristicas de nuestro recordado heroe.
ahora descansa merecidamente en el seno de Dios, inspira a las nuevas generaciones de soldados. Un día la Patria reconcoerá públicamente su entrega y heroismo y levantará un monumento imperecedero a la memoria del titán del camuflaje. ¡Barrios!
Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

MONTERROSA: IDEAL DEL SOLDADO SALVADOREÑO

El Teniente Coronel Domingo Monterrosa Barrios representa el ideal a seguir por cualquier hombre que porte el uniforme del soldado salvadoreño.

HONOR: Monterrosa actuó siempre por honor y con honor, cada uno de sus actos reflejaba esa virtud tan rara hoy en día. Todos andan tras el benficio personal, él nunca lo hizo, el cumplimiento del deber era siempre el camino a seguir, aun a costa de su propia vida, y cumplió con sangre ese juramento que un día hiciera en la Escuela Militar. Nadie puede señalarle un abuso, ni un acto de corrupción, lo único que manchó su expediente fue su propia sangre. Nunca se metió en política, vivía su juramento a la bandera con la hidalgupia de los heroes míticos, nació, vivió y murió como un verdadero soldado, con honor, sin doblez, sin mancha.

HIDALGUÍA: Siempre actuó con la dignidad de los príncipes, era un soldado de sangre azul, que sin embargo nunca escogio la comodidas del mando a distancia, por el contrario estaba en la primera linea de fuego, pecho a tierra con su tropa, sudaba, sentía sed y hambre, frío y calor, cansancio y gozo, todo junto a sus guerreros. Marchaba siempre con la frente en alto, como quien no tiene nada de qué avergonzarse. Murió pobre, como mueren los heroes.AMOR A LA PATRIA: La Patria no era un concepto vacío, para él encerraba la grandeza de la historia nacional, el sudor y la sangre de millones de hombres que han construido paso a paso El Salvador. Defender a la patria no era un simple slogan, era una verdad que vivía minuto a minuto, no escatimaba esfuerzo, las pocas fotos en campaña que se conservan reflejan la imagen de un hombre dedicado de lleno a su labor como comandante de campo, barbado, cansado, sucio, pero con el espíritu siempre alerta, no conoció el miedo porque sus intereses eran más elevados, no había tiempo para el temor, solo para el arrojo y la valentía. La Patria era la doncella por la que luchaba este caballero andante, de triste figura pero de un corazón inmenso.

ENTREGA: Todas sus acciones reflejaban una entrega total a su vocación de soldado salvadoreño, la planificación de los operativos, la preocupación por el bienestar de la tropá, el trabajo en equipo, el ánimo que imprimia y que movía hasta el más temeroso. Diariamente se codeaba con la muerte, no le temía, se saludaba con ella, sabía que en el momento que se encontraran definitivamente solo sería una dama de compañia que lo conduciría hasta el Comandante en Jefe. Como buen miembro de la hermandad de la seda, no murió, solo se reagrupó en el cielo.

ARROJO Y CORAJE: el primero en el combate, el primero en el salto, el primero en su promoción, siempre el primero, no para recibir honores, sino para imprimir coraje en sus compañeros y subalternos, junto a él no costaba ser valiente, era un honor, era un reto, emularlo era un orgullo.
Para él la guerra no fue un negocio, fue una misión que cumplir, no combatía por odio, lo hacía por la patria, por eso era temido, no era soldado por un sueldo, lo hubiera hecho igual sin recibir paga, era soldado por la patria, y él le agregó, y con Dios.

CREYENTE: Era un hombre temeroso de Dios y consciente de sus limitaciones como humano, por eso Dios siempre estuvo con él, lo amaba como a uno de sus hijos predilectos, y un día no resistió más y se lo llevó. Ahora es la estrella más brillante del firmamento, la que nos guía en la caminata nocturna, la que da esperanza en medio del combate, la que nos marca el camino de la vida.

Monterrosa vivirá en cada hombre de uniforme que lo porte con dignidad y honor, y también en cada hombre que habiéndolo portado seamos capaces de seguir viviendo con el mismo honor. Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Castro

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¿Qué dicen quienes conocieron al Tte. Cnel. Monterrosa?

El testimonio de quienes los conocieron

Igualmente a Monterrosa jure defender la patria en 1967 y nos preparamos juntos con Azmitia en Artilleria para entrar en combate con el vecino pais Hon. Calitto fue mi excelente maestro instructor mis Heroes lOs recuerdo con cariño.
Conocí al Coronel en el campo de batalla. En muchas ocasiones fuimos la cuarta compañía del batallón al principio eran 3 nada más. Siempre el pedía los Paracaidistas como cuarta compañía y era asombroso el carisma que inspiraba a la tropa. Estuve en el Mozote luego y ese lugar era una base militar guerrillera.
Yo pienso que un hombre como Domingo MONTERROSA nunca será olvidado por los buenos salvadoreños. Es una Pena que se nos adelanto.
Te conocí cuando eras Teniente. Y no  te volví a ver, quisiera mirarte y darte un ABRAZO. Llevamos la misma sangre.

Tte. Cnel. Domingo Monterrosa Barrios - El Salvador, Centro America