Editorial de Domingo Monterrosa

MONTERROSA Y EL PUEBLO

El Teniente Coronel José Domingo Monterrosa Barrios era ante todo un hombre del pueblo. De aspecto humilde, nunca entró en los esquemas de los jefes plagados de medallas, no él ante todo era soldado, se vestía como un soldado, luchaba como el mejor de los soldados, comía junto a los soldados, congeniaba con los soldados, con los hijos del pueblo, sufría con ellos, se desvelaba con ellos y velaba por ellos.
Su gran aspiración era liberar al pueblo más humilde, a los campesinos, del flagelo de los delincuentes terroristas que en base al miedo los obligaban a apoyarlos en las retaguardias estratégicas y a ser usados como carne de cañon y escudos humanos.
Nunca le robó al pobre, nunca exigió, siempre pidió de favor y recompensó los servicios que se le prestaban.
Su vestir era el del hombre humilde, nunca tuvo nada y por eso no cuidaba nada, lo arriesgaba todo, porque desde que pronunció con hidalguía su juramento a la bandera, se dio cuenta que lo había entregado todo a la Patria, hasta su propia vida, por eso coqueteaba con la muerte, era su compañera en los combates, en cierta medida ella lo respetaba.
Nunca vio de menos a nadie, solo a los rastreros traidores a la patria, siempre reconoció el valor de cada persona, de cada soldado, de cada clase, de cada oficial, por Monterrosa no costaba dar la vida.
Cuando se dirigía a la gente de las zonas liberadas de terroristas, lo escuchaban y sentían que les transmitía seguridad, confianza. Hablaba como la gente compun y corriente, nunca rebuscó las palabras de su mensaje, siempre se ponía en el lugar de quien lo escuchaba.
Nunca escribió nada, porque solo tenía tiempo para combatir. Sabía que cada segundo contaba para luchar por alcanzar la paz, él nunca peleó por generar más guerra, él quería acabar con la guerra porque esta hacía sufrir a la gente.
Pocas personas han amado tanto a su pueblo como Monterrosa Barrios y pocos han sido tan incomprendidos como él.
Su problema era que su personalidad y comportamiento hacían ver mal a otros, cuando se le proponía como ejemplo a seguir pocos eran capaces de emularlo, porque hacerlo implicaba dejarlo todo y entregar hasta la vida, sin medida, sin límites, entrega total a la Patria, hasta la última gota. Amó a su pueblo hasta el rictus del dolor.
Qué honor el de aquellos que combatieron junto a él y que gloria para los que murieron con él. Qué envidia de los que murieron bajo su mando o su inspiración y qué compromiso para los que sobrevivimos y lo tenemos como el paladín de la verdad. Si no continuamos con su legado entonces somos unos hipócritas, pero si lo hacemos, aún a costa de nuestra propia vida, seremos merecedores que se nos coloque con sangre la bella insignia de nuestro BIRI Atlacatl, similar a una orden de caballería, merecedora solamente para aquellos que han comprendido lo que significa el honor, la lealtad, la hidalguía, el amor patrio.
Sus manos eran encallecidas, reflejo de toda una vida llena de sacrificios, sus botas siempre polvosas de recorrer los caminos y veredas de El Salvador, sus uniformes siempre desgastados por el uso en el combate, su fusil siempre al rojo vivo y con el selector en ráfaga, su corazón siempre desbordante de amor patrio.
Su sombrero llegó a ser un símbolo, empapado por el sudor y privilegiado de cubrir la cabeza del mejor soldado salvadoreño, su cuchillo al pecho, listo para el combate cuerpo a cuerpo, sus cargadores llenos siempre prestos al combate, su mirada siempre lista para la acción.
¡José Domingo Monterrosa Barrios! Vivirás en el corazón de los humildes porque solo ellos pueden comprenderte ya marte porque tú eras uno de ellos.
Por la Patria y Con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

EL 23 DE OCTUBRE TODOS NOS QUEDAMOS HUERFANOS

Cuando empezó a difundirse la noticia de la muerte de mni Charly Monterrosa todos los que ya portaban el uniforme y los que aspirbamos a portalos, nos quedamos huérfanos, junto a él murió una parte de nuestro corazón hasta el día en que junto al Señor nos pase revista en el Cielo.
Al morir Monterrosa Barrios se moría lo mejor del Ejército Nacional, sin faltar a la memoria de tantos hermanos jefes, oficiales, clases y soldados que ofrendaron su vida por la Patria, sin ofender al resto de la oficialidad que nos condujo durante la guerra, sin faltar a todos ellos, puedo afirmar sin temor a equivocarme que José Domingo Monterrosa Barrios ha sido el mejor soldado que ha parido el ejército nacional.
Sin embargo la hostoria no lo ha juzgado en su correcta dimensión, las autoridades civiles no han dimensionado el papel que desempeñó en la guerra durante su vida y despúes de su cobarde asesinato. Porque él nos sirvió a muchos de inspiración para salir vivos de la guerra, para no desmayar en los momentos más cruentos del combate, a no bajar la guardia cuando el cansancio, el hambre y la voluntad nos traicionaban. En ningún lugar, fuera de las unidades militares, puede observarse una plaza o un monumento al Heroe de Joateca, por el contrario se lo han levantado a terroristas como Arafat o a perfectos desconocidos para nuestra cultura solo por quedar bien con determinados gobiernos.
Con Monterrosa todos empezamos a morir porque su muerte no fue con honor, fue traicionera, ignominiosa, y desgraciadamente a quienes les tocaba investigar no lo hicieron.
Me imagino el dolor de los miembros del Batallón Atlacatl y de la Tercera Brigada, una extraña mezcla de rabia, impotencia y dolor. No poder hacer nada en ese momento, no haberle dado ni siquiera el honor de haber muerto en combate, era inconcebible.
En ese momento los verdaderos patriotas nos quedamos huérfanos del hombre que representaba la lucha con honor, el patriotismo, el hombre que resumía las aspiraciones de todos los hombres que a lo largo de la hostoria habían luchado por los más altos intereses de la Patria.
Pero como dignos hijos de tal Padre, nuestro dolor tiene que traducirse en lucha por mantener vivos los ideales de Monterrosa Barrios, en honor al vivir tal como él vivía, en lealtad a la Patria, en amor por nuestros hermanos salvadoreños. Ese será el mejor homenaje que podemos rendirle a nuestro querido y recordado Teniente Coronel José Domingo Monterrosa Barrios, quien ¡Murió por la Patria!
Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

SI DOMINGO MONTERROSA VIVIERA

Si el Charly Monterrosa no hubiera sido asesinado hubiera sido testigo de la paz que tanto deseaba, porque su lucha no era por odio, era en cumplimiento de su juramento a la bandera y del papel glorioso que la Constitución le confería en ese momento a la Fuerza Armada.
Quizás la guerra hubiera terminado antes, quizás no. Creo que nunca hubiera sido Ministro de la Defensa porque nunca fue político, fue solo un militar de corazón y de carrera.
Lo cierto es que los golpes a los delincuentes terroristas hubieran sido contundentes, certeros, continuos y permanentes. Los delta tangos temblaban cuando sabían que las tropas bajo su mando entraban en operación, ellos conocían su fuerza de reacción y la decisión en el combate. Iba a lo que iba: cumplir con su deber, sin dilación, sin vacilación, aun a costa de su propia vida.
Quizás nunca se hubiera retirado de la vida militar activa, porque esa era su vida, retirarse era morir con ignominia.
Quizás hubiera seguido enseñando, transmitiendo el coraje y la hidalguía a las nuevas generaciones de guerreros. No hubiera permitido el deshonor con el que los políticos trataron a nuestra Institución Armada, que a pesar de haber ofrendado con la sangre de miles de sus hijos, fue tratada como la mala de la mpelícula, en cambio, los asesinos que trataron de mancillar la soberanía nacional, ahora son tratados como los héroes de la película.
Solo los que vivimos el fragor de la batalla, que sentíamos la onda expansiva de los papayasos, que sentíamos zumbar las balas sobre nuestras cabezas, que vimos morir a nuestros soldados con el dolor de la impotencia de poder salvarlos, solo nosotros junto a nuestro Charly Monterrosa, sabemos quienes son los verdaderos enemigos de la Patria, y ya que no les permitirmos manipular la dignidad nacional y ensuciar el pabellón nacional con el trapo sucio de la bandera roja del comunismo internacional, ahora se presentan como lobos con piel de ovejas tratando de engañar a un pueblo cansado de tanta mentira de los políticos de turno.
Pero de una cosa deben estar seguros, los que un día empuñamos las armas para defender la soberanía nacional lo volveremos hacer a pesar de nuestras limitaciones de edad y de fuerza física, pero con una valentía y un arrojo que no han disminuido ni un ápice.
Si el coronel Domingo Monterrosa no hubiera muerto asesinado ahora tendríamos una voz autorizada, legítima y llena de honor que se levantaría en favor de todos los verdaderos salvadoreños.
Sin embargo mi coronel murió, murió como héroe pero sigue viviendo en el corazón de todos los que todavía tenemos vida y la tenemos en abundancia.
¡El Ejército vivirá mientras viva la República!
¡Monterrosa vivirá mientras viva el Ejército!
Por la Patria y con Dios

sgto. Guido Miguel Castro

TENIENTE CORONEL JOSÉ DOMINGO MONTERROSA BARRIOS: ¡MURIÓ POR LA PATRIA!

Cuando no estabamos operando, a las seis de la tarde formabamos para el arreo de la bandera y para escuchar el listado de los hombres que habían ofrendado su vida en aras de los más altos intereses de la Patria, de los que habían cumplido con su juramento a costa de su propia vida. Ante la mención de cada nombre gritábamos al unísono ¡MURIÓ POR LA PATRIA!

Yo no estaba en el Glorioso Ejército Nacional aquella tarde dolorosa del 23 de octubre de 1984, pero lloré al escuchar a las cinco de la tarde el parte de guerra de Coprefa, pero me imagino que nunca como esa tarde se escuchó entre los hombres de armas ¡¡¡¡¡MURIÓ POR LA PATRIA!!!!!!!!

Morir por la Patria para los apátridas no significa nada, les parece hasta ridículo, pero para los que amamos a nuestro País, para los que amamos su historia, a su gente, para los que hemos ofrecido nuestro sudor y dolor junto a muchos compañeros que tuvieron la gloria de ofrendar su vida en el altar de la Patria, “Morir por la Patria” es la mayor prueba, el mejor símbolo de entrega de patriotismo.

El Gran Comandante nos dijo un día: “Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos”. Esta verdad del Evangelio se hizo realidad en el Charly Monterrosa: él amaba a su pueblo, a su gente, entre más sencilla mejor, y ellos le amaban también. Amaba a sus soldados, eran sus hijos adoptivos, y los amaba tanto como a sus hijos de sangre, se preocupaba por ellos, por su alimentación, por la calidad de sus armas y municiones, sus uniformes y su transporte, vivía pensando en sus soldados, nunca se valió de su cargo para beneficio personal, no dejó fortuna conocida, murió como los grandes, pobre, llegó a la presencia de Dios con la carga de sus buenas obras, de sus virtudes, le dio parte al Señor de la Misión Cumplida y pasó a recibir el premio reservado a los siervos buenos y fieles.
Morir por la Patria representó el cierre de una vida que se inició con su juramento de fidelidad a la bandera siendo un nobel Caballero Cadete, renovó día a día ese juramento, probó permanentemente que estaba dispuesto a cumplirlo sin temor, con el valor de los héroes, lo dió todo y desgraciadamente no todos reconocen esa entrega, ese sacrificio, esa hidalguía, ese coraje, ese arrojo sin par en la historia del Ejército Nacional.

En el trote cantabamos aquella canción que decía: “Es mi orgullo ponerme el uniforme/que distingue al soldado nacional/ y en moriri por mi patria estoy conforme/ ser herido aunque vaya al hospital/ el fusil es mi amigo inseparable/ yo con él me presento a la instrucción…, portar el uniforme era un orgullo para el Charly, un honor, un compromiso de entrega total por los más altos intereses de la Patria. Portó con orgullo el uniforme caki del Batallón de Paracidistas a quienes nos dejó el simpático trote de la Fuerza Aérea hasta el redondel Masferrer, portó el verde olivo, el camuflaje francés, el camuflaje gringo, lo sudó, lo ensució, lo honró como nadie lo ha hecho en la hostoria de los heroes salvadoreños. Como nadie lució el parche del Atlacatl, parecía que era la misma personificación del héroe legendario que había cambiado el arco vengador por el M-16. Kepis, sombrero, gorra y boina ocre sustituyeron el penacho de plumas que cubrieron la cabeza visible del Ejército Salvadoreña. Lider indiscutible, voz de mando, azimut efectivo, coordenada de la victoria, tiro certero, coraje, todas estas caracteristicas de nuestro recordado heroe.
ahora descansa merecidamente en el seno de Dios, inspira a las nuevas generaciones de soldados. Un día la Patria reconcoerá públicamente su entrega y heroismo y levantará un monumento imperecedero a la memoria del titán del camuflaje. ¡Barrios!
Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

MONTERROSA: IDEAL DEL SOLDADO SALVADOREÑO

El Teniente Coronel Domingo Monterrosa Barrios representa el ideal a seguir por cualquier hombre que porte el uniforme del soldado salvadoreño.

HONOR: Monterrosa actuó siempre por honor y con honor, cada uno de sus actos reflejaba esa virtud tan rara hoy en día. Todos andan tras el benficio personal, él nunca lo hizo, el cumplimiento del deber era siempre el camino a seguir, aun a costa de su propia vida, y cumplió con sangre ese juramento que un día hiciera en la Escuela Militar. Nadie puede señalarle un abuso, ni un acto de corrupción, lo único que manchó su expediente fue su propia sangre. Nunca se metió en política, vivía su juramento a la bandera con la hidalgupia de los heroes míticos, nació, vivió y murió como un verdadero soldado, con honor, sin doblez, sin mancha.

HIDALGUÍA: Siempre actuó con la dignidad de los príncipes, era un soldado de sangre azul, que sin embargo nunca escogio la comodidas del mando a distancia, por el contrario estaba en la primera linea de fuego, pecho a tierra con su tropa, sudaba, sentía sed y hambre, frío y calor, cansancio y gozo, todo junto a sus guerreros. Marchaba siempre con la frente en alto, como quien no tiene nada de qué avergonzarse. Murió pobre, como mueren los heroes.AMOR A LA PATRIA: La Patria no era un concepto vacío, para él encerraba la grandeza de la historia nacional, el sudor y la sangre de millones de hombres que han construido paso a paso El Salvador. Defender a la patria no era un simple slogan, era una verdad que vivía minuto a minuto, no escatimaba esfuerzo, las pocas fotos en campaña que se conservan reflejan la imagen de un hombre dedicado de lleno a su labor como comandante de campo, barbado, cansado, sucio, pero con el espíritu siempre alerta, no conoció el miedo porque sus intereses eran más elevados, no había tiempo para el temor, solo para el arrojo y la valentía. La Patria era la doncella por la que luchaba este caballero andante, de triste figura pero de un corazón inmenso.

ENTREGA: Todas sus acciones reflejaban una entrega total a su vocación de soldado salvadoreño, la planificación de los operativos, la preocupación por el bienestar de la tropá, el trabajo en equipo, el ánimo que imprimia y que movía hasta el más temeroso. Diariamente se codeaba con la muerte, no le temía, se saludaba con ella, sabía que en el momento que se encontraran definitivamente solo sería una dama de compañia que lo conduciría hasta el Comandante en Jefe. Como buen miembro de la hermandad de la seda, no murió, solo se reagrupó en el cielo.

ARROJO Y CORAJE: el primero en el combate, el primero en el salto, el primero en su promoción, siempre el primero, no para recibir honores, sino para imprimir coraje en sus compañeros y subalternos, junto a él no costaba ser valiente, era un honor, era un reto, emularlo era un orgullo.
Para él la guerra no fue un negocio, fue una misión que cumplir, no combatía por odio, lo hacía por la patria, por eso era temido, no era soldado por un sueldo, lo hubiera hecho igual sin recibir paga, era soldado por la patria, y él le agregó, y con Dios.

CREYENTE: Era un hombre temeroso de Dios y consciente de sus limitaciones como humano, por eso Dios siempre estuvo con él, lo amaba como a uno de sus hijos predilectos, y un día no resistió más y se lo llevó. Ahora es la estrella más brillante del firmamento, la que nos guía en la caminata nocturna, la que da esperanza en medio del combate, la que nos marca el camino de la vida.

Monterrosa vivirá en cada hombre de uniforme que lo porte con dignidad y honor, y también en cada hombre que habiéndolo portado seamos capaces de seguir viviendo con el mismo honor. Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Castro

Gracias por su servicio a mi tierra natal

No tuve la oportunidad de conocer personalmente al TCnel. Monterrosa, sin embargo Domingo Monterrosa ha sido para mi una inspiración.

Vine a conocer de el ya como adulto y es increible escuchar los comentarios de cada persona a quien le preguntaba si se recordaba del Cnel. Monterrosa……Ese fué un Coronelaso!……Monterrosa le enfriaba el arapo a cualquier guerillero!……..El iba en las primeras secciones a darse riata!……Fue muy querido por la gente!…….Ahi iba al frente con la tropa! Todos concuerdan!!

He aprendido de Domingo Monterrosa observando sus gestos, su comportamiento en fotos y video, y escuchando el testimonio de sus soldados…

Sirvo en el ejército de Canada y sus acciones han sido para mi un ejémplo a seguír en mi relacion con el personal bajo mi responsabilidad y la nacion a la cual sirvo…

Gracias a Dios por la vida del TCnel. Dominago Monterrosa Barrios!

Mi Cnel., gracias por su coraje y dedicacion….gracias por su servicio a mi tierra natal El Salvador!!!