DOMINGO MONTERROSA 28 AÑOS DESPUÉS

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Un día como ahora El Salvador enmudeció al final de la tarde cuando las distintas cadenas radiales empezaron a transmitir la terrible noticia que los Coroneles Monterrosa y Calito junto al Mayor Azmitia, elementos de tropa, pilotos, periodistas, un sacerdote y su sacristán habían perecido en un terrible accidente aéreo en los alrededores de Joateca.

Había muerto el mejor comandante de campo, como calificó el Ingeniero Duarte al Coronel Monterrosa, junto a varios de los mejores jefes militares durante la operación Torola IV que pretendía limpiar definitivamente el departamento de Morazán.
Como era evidente, la moral de la tropa cayó momentáneamente aunque después Monterrosa fue su inspiración en el combate.
28 años después las cosas no han cambiado en El Salvador, la paz por la que tanto luchó nuestro héroe nunca llegó porque los antiguos enemigos de la Patria siguen queriendo destruirla, ahora bañados y perfumados desde el gobierno central, los curules de la Asamblea Legislativa y de los títeres que bailan al son de los albapetrodólares, y además, vivimos en una guerra peor que la de los años ochenta, una guerra social en la que las mafias están compitiendo con el Estado por territorio, dominio armado y rentas o extorsiones.
Nos encontramos con una Fuerza Armada castrada del valor y el heroísmo con el que actuaron los hombres de uniforme que salvamos a este País del comunismo internacional. El pago fue la traición de un gobierno que entregó a muchos jefes, oficiales, clases y elementos de tropa para quienes el cumplimiento del deber se convirtió en un delito solo por petición de aquellos a quienes habían combatido por ser agresores de la Patria y pos sus socios internacionales.
En cambio los enemigos de la democracia fueron premiados con tierras, jugosas cuentas bancarias, negocios, viajes y puestos en el gobierno, mientras los veteranos de guerra, los hijos de mi Coronel Monterrosa siguen mendigando una justa indemnización.
28 años después la pobreza sigue campeando en el campo, tal como la observó mi Coronel cada vez que hablaba con la gente, porque pareciera que doce años de guerra y más de 100,000 muertos no sirvieron de nada.
28 años después la lucha de Domingo Monterrosa no ha sido reconocida en su plenitud porque sus enemigos han tenido más estrados que los que reconocemos sus virtudes y valores. Por ello tenemos que elevar la voz, con voz de mando para gritar a los cuatro vientos que Monterrosa Vive!!!!!, que Monterrosa vive en el recuerdo y en el corazón de los verdaderos salvadoreños, que Monterrosa sigue aterrorizando a los delincuentes terroristas, por eso pretenden declararlo muerto, por eso se pretenden agenciar la autoría de su muerte, y no se dan cuenta que los héroes nunca mueren, que los valientes son inmortales porque son almas privilegiadas por Dios, porque para ellos la muerte es solo una puerta para llegar a la exaltación junto a Dios!!!
Pobres ignorantes los que pretenden matar al soldado inmortal en cada discurso o en cada remedo de artículo que escriben.
No en balde gozaba tanto del salto en paracaídas, porque esa sensación de libertad que sentimos en la caída solo la sienten los águilas y las almas libres, cada salto era un preludio de su destino final en la eternidad.
Domingo Monterrosa sigue viviendo entre nosotros, cada vez que luchamos por la verdad, cada vez que elevamos la voz contra la injusticia, cada vez que defendemos a la Institución Armada, cada vez que defendemos a los veteranos de guerra, cada vez que recordamos los actos de heroísmo en defensa de la Patria, cada vez que luchamos por la democracia, cada vez que denunciamos la corrupción, cada vez que defendemos la institucionalidad democrática, cada vez que actuamos con honradez, Domingo Monterrosa sigue viviendo con más fuerza, con más dignidad, con más hidalguía, con más valor, Monterrosa sigue viviendo!!!!
Las lágrimas ya fueron enjugadas de nuestros rostros, el dolor ha pasado, porque ahora vivimos con la firme convicción de la inmortalidad de Domingo Monterrosa en el verdadero pueblo salvadoreño, hemos entendido la misión que nos ha encomendado desde el más allá: continuar con las batallas que no pudo combatir, con sus mismas armas, las de la verdad y del patriotismo, nos manda salvar definitivamente a ese El Salvador con el que siempre soñó, un país en paz y progreso como el que él vivió en el Berlín de los años cincuenta.
Un día nos reagruparemos en el cielo y le daremos parte de la misión cumplida, le relataremos nuestras estrategias de combate, le reportaremos nuestro Orden de Batalla en esta vida y contaremos con su mano amiga sobre nuestro hombro como acostumbraba a hacerlo con sus elementos de tropa.
Parece ayer que ahogabamos nuestro llanto en esa tarde del 23 de octubre de 1984, pero ahora como hombres seguimos avanzando hasta conquistar la posición que nuestro Comandante nos ha mandado tomar, la cima de la Dignidad Nacional.
A los actuales hombres de uniforme les cabe la misión de tomar el ejemplo de Domingo Monterrosa, para ser militares de honor, para ser verdaderos patriotas, paras reivindicar la dignidad de la Fuerza Armada, para dignificar a todos los héroes que regaron la campiña salvadoreña con su sangre, para edificar la carrera militar, para velar por la institucionalidad y la soberanía nacional, para constituirse en el verdadero brazo armado del pueblo.
Finalmente a los gobernantes de hoy y mañana les advertimos que no se atrevan a pretender menoscabar la memoria de nuestros héroes poruqe cada día habrán nuevas voces que se elevarán en defensa de la memoria histórica de nuestra Fuerza Armada.
Un día se elevará en una plaza importante un monumento eterno a la memoria de Domingo Monterrosa, un monumento al héroe nacional, al soldado desconocido que ha ofrendado la vida desde 1824 para construir la nación que tenemos que seguir defendiendo, y las futuras generaciones conocerán la vida y seguirán el ejemplo del Teniente Coronel DEM Domingo Monterrosa Barrios.
Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

EL CORONEL MONTERROSA Y EL MOZOTE

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Los delincuentes terroristas durante muchos años han pretendido culpar de las bajas civiles al Coronel Domingo Monterrosa con el fin de tratar de opacar su calidad de héroe dentro del corazón del pueblo salvadoreño y de las filas castrenses.

En esa operación, que se denominó “Rescate de Morazán” o también conocida como “Operación Rescate”, participaron unidades del Batallón Atlacatl, de la Tercera Brigada de Infantería y del DM-4, y la estrategia implementada estuvo a cargo de asesores norteamericanas que hacía menos de 10 años habían participado en operaciones similares en Vietnam.
El Coronel Monterrosa no estuvo de acuerdo en determinadas estrategias planteadas por los asesores norteamericanos y el Alto Mando decidió retirarlo del area de operaciones durante dos días al inicio de la operación, por lo que no tuvo mando directo en el operativo. Posteriormente, el Coronel Monterrosa fue trasladado al área de operaciones.
El 8 de diciembre de 1981, unidades del Barallón Atlacatl fueron heliotransportadas a los alrededores de Perquín, iniciando su desplazamiento hacia el sur hasta alcanzar el Cantón La Guacamaya en Meanguera, donde se encontraba el mando del ERP y la Radio Venceremos.
El eje de avance fue materializado de la siguiente manera: una agrupación desde Perquín hacia Arambala, El Mozote, los Toriles, hasta alcanzar La Guacamaya, y otra agrupación partiendo de Perquín pasando por los Quebrachos, La Joya, hasta el Cerro Pando. El resto de unidades se desplazaron desde Corinto hacia el poniente de Joateca, otras desde Oscicala hacia Meanguera, al poniente de la carretera pavimentada, y una unidad de la 5a. Brigada de Infantería que desembarcó en Cacaopera, atravesó el Río Torola, el Río Sapo, y se estableció como contención en los alrededores del Cerro Pando,
El 9 de diciembre se dejaron caer desde los pájaros panfletos en los que se pedía a la población civil salir de la zona ante el avance del operativo.
Sin embargo los Delta Tango retuvieron a la gente para poder utilizarlos como escudos humanos.
El día diez las unidades del Atalcatl trabaron combate con los guerrilleros, haciendo uso de apoyo aéreo y de artillería, produciéndose al final de 4 horas de combate multitud de bajas civiles y guerrilleras como era natural.
Para los comandos Atlacatl era imposible saber si dentro de las trincheras y casas desde las que se abría fuego existía población civil. El soldado en situación de combate tiene dos objetivos: cumplir su misión tomando la posición y salvar su vida.
La gran cantidad de bajas enemigas impedía realizar una sepultura individualizada, por lo que se procedió a colocar los cadáveres dentro de las estructuras que quedaron en pie y se derribaron para que sirviera como sepultura y evitar que los perros y animales de carroña los despedazaran, fue lo más cercano a un funeral digno para esos muertos.
Posiblemente algunos elementos dispararon sobre los cadáveres y se utilizaron explosivos para derribar las paredes, pero de eso a la realización de una masacre a mansalva es muy distinto.
La táctica de yunque y martillo fue desarrollada por los norteamericanos en Vietnam y muchas veces sus resultados no eran los esperados, por lo que el Coronel Monterrosa no estaba de acuerdo en su aplicación.
Los comandos Atlacatl entraban en sus primeros combates como unidad y faltaba mucho tiempo para funcionar de manera sincronizada como lo llegaría a hacer a lo largo del conflicto.
Los verdaderos culpables de la muerte de estos civiles fueron los miembros del FMLN, pero ellos empezaron a crear un mito y muchos, de tanto oírlo, lo han dado como una verdad, y así se ha manejado aun a nivel internacional, manipulando la realidad y el testimonio de una sola mujer que se dice sobreviviente y que vagaba demente por los ríos de la zona, la cual nunca afirmó haber visto la figura del Coronel Monterrosa en el teatro de operaciones.
Desgraciadamente casi nadie ha tenido la valentía de elevar su voz defendiendo el honor de la Fuerza Armada y del Charly Monterrosa, a excepción de algunos como mi Coronel Ochoa Pérez y otros que humildemente nos atrevemos a usar nuestra pluma para ello.
Sería bueno que algunos de los que participaron en dicho operativo contaran su versión de los hechos para que la verdad brille por luz propia.
Muchos han ganado millones de dólares llevando para arriba y para abajo esta falsedad y los hombres de uniforme simplemente nos hemos quedado callados, pero ha llegado el tiempo de hablar con la verdad y con valentía, hay que refutarle sus mentiras a los Delta Tango, hay que elevar el honor de nuestros héroes como Monterrosa, y Azmitia Melara.
Mientras no lo hagamos, personajes oscuros seguiran humillando a la Institución Armada y a nuestros héroes, mancillando su honor y la tradición gloriosa de hidalguía de nuestras tropas en combate,
La Fuerza Armada no ha perdido ninguna guerra en los últimos 100 años, no dejemos que la ignominia de la derrota mediática manche el honor de los que han ofrendado su vida por los más altos intereses de la Patria.
Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

DOMINGO MONTERROSA Y LA COMUNICACIÓN

Foto El Diario de Hoy

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Un elemento fundamental para un líder es la comunicación, con su tropa, con el pueblo y con sus superiores.

La comunicación es el medio de transmisión de los pensamientos a otras personas, ya que el pensamiento es un acto íntimo que solo puede ser conocido por quien lo realiza y Dios.

El pensamiento es la confrontación de la realidad con los principios y virtudes arraigadas en la mente y la conciencia del que piensa.

En ese sentido, la guerra era vista desde distintas perspectivas por sus actores, para los mercaderes de la guerra ésta era una mercancía, para los idealistas era un medio para acceder al poder y para un soldado profesional como Monterrosa era un problema con el que había que acabar rápidamente porque la gente del pueblo era la que estaba sufriendo.

Monterrosa transmitía esos sentimientos a sus soldados y les enseñaba que tenían que cumplir con su deber con honor, con hidalguía, con valor y con sentido de unidad, de solidaridad entre ellos, les inspiraba un sentido de familia donde él era el padre.

Ahí residía su éxito en las unidades que dirigía, porque no solo sabía transmitir esta forma de pensar y de sentir, sino que luchaba a la par de sus hijos, comía con ello lo que ellos comían, dormía junto a ellos, caminaba junto a ellos, los evacuaba personalmente, se preocupaba de su situación personal, trabajaba porque tuvieran mejores condiciones de vida que otras unidades militares, sufría con ellos, operaba con ellos en la primera línea de fuego y celebraba las victorias con ellos y no en el pabellón de oficiales. Sabía transmitir las órdenes a toda la línea de mando y se entendía a la perfección con sus oficiales, sus asistentes y su piloto.

Cuando se dirigía a la gente lo hacía en un lenguaje fácil de entender, les hablaba con la verdad para combatir las mentiras que los terroristas habían tratado de hacerles creer. La gente se identificaba con él, lo ayudaban y él les correspondía, nunca se aprovechaba de ninguna persona humilde, pagaba hasta el último centavo y siempre devolvía dinero al ejecutivo de la unidad. El episodio en el que un humilde jornalero le entregó un billete de cinco colones para ayudarlo en su lucha nos da una muestra de la comunión que alcanzó con el pueblo salvadoreño.

Quizás el gran problema fue con el Alto Mando, porque con sus camaradas de mando nunca hubo problemas, pero algunos en el Estado Mayor no comprendían su manera de ver la guerra como una misión a ser cumplida a toda costa, al margen de toda consideración política. A él le habían enseñado a combatir y lo hacía a la perfección, con eficiencia y eficacia. Un fin de semana antes de morir tuvo una reunión en San Salvador con relación a la Operación Torola IV en la que solicitó mayores recursos para limpiar Morazán de la amenaza terrorista y no lo quisieron escuchar.

Ahora, desde la eternidad nos sigue transmitiendo su ejemplo, su mensaje y su recuerdo, para que entendamos que las cosas hay que hacerlas bien, en orden y completas, que la vida no tiene sentido si no se vive con honor e ideales y que la muerte solo es el paso que hay que dar para entrar en el mundo eterno de los héroes.

Monterrosa nos comunica con el ejemplo de su vida que tenemos que trabajar por construir El Salvador en el que él y los padres de la Patria soñaron cuando alcanzaron nuestra independencia de la Corona Española y fundaron nuestro glorioso Ejército Nacional.

Su sangre nos comunica la fuerza con la que combatió y su recuerdo nos impulsa a seguir adelante, sin desfallecer aunque pareciera que todo está perdido.
Por la Patria y con Dios.

Sgto. Guido Miguel Castro