¡MONTERROSA VIVE!

Por Guido Miguel Castro

Este 23 de octubre conmemoramos el 26º aniversario de la heroica muerte del Teniente Coronel de Artillería DEM Domingo Monterrosa Barrios, en el marco del Operativo Torola IV, junto al coronel Calito y el Mayor Azmita, siendo Comandante de la Tercera Brigada de Infantería y Jefe de la Tercera Zona Militar, con el antecedente de haber sido el primer Comandante y fundador del Batallón Atlacatl y del Batallón de Paracaidistas.

Nacido de humilde familia en Berlín, cursó estudios de secundaria en el Instituto Nacional Francisco Menéndez y en el Liceo Salvadoreño. Entre la vocación sacerdotal y la carrera militar escogió la segunda, graduándose con honores en 1963, obteniendo la primera antigüedad y ganando el premio “Bernardo Hogigins” que concedía la misión chilena al mejor cadete de cada promoción.

Comandó la Quinta Compañía de Expedicionarios de la Guardia nacional en la Guerra de la Dignidad Nacional contra Honduras, caracterizándose por su honradez y rectitud en el cumplimiento del deber, evitando siempre abusar de su posición de ejército vencedor.

Siempre se caracterizó por una condición física superior al promedio y con una osadía que le permitió ser el mejor Comandante de Campo durante la Guerra contrainsurgente. Mientras fue Comandante del Batallón de Paracaidistas trotaba junto a su perro “Huragan” un Pastor Alemán albino, y todo el Batallón desde su sede en Ilopango hasta el Hotel El Salvador en la Colonia Escalón.

Nunca mantuvo distancia con la tropa, más bien se hacía uno más de ello, eso imprimía respeto, valentía y espíritu de equipo. Era de los Comandantes que marchaban al frente de batalla en primera línea, no

era de los que dirigían las batallas desde el cuartel o desde una posición dominante y segura.

Sus manos siempre estuvieron llenas de sangre, sí, de sangre de heroicos soldados que morían en sus brazos, como en los de un verdadero padre.

Al relacionarse con la población civil imprimía confianza en momentos de desesperanza, llevaba alivio a las zonas desbastadas por la guerra, cuando pedía comida para su cuerpo de oficiales y para la tropa siempre la pagaba, mucha gente no quería aceptarlo, pero él insistía. Sin embargo, era de los pocos jefes y oficiales que entregaba los remanentes de dinero de los operativos, a la gran mayoría nunca les alcanzaba lo que les daban.

Cuando su tropa cruzaba el Torola sostenidos de un cable, él lo hacía varias veces, ya que cargaba sobre sus hombros a los soldados de más baja estatura para que la fuerte corriente nos los arrastrara con las 60 libras de equipo que cargaban.

Bromeaba siempre con la muerte, siempre le jugaba la vuelta, era necesario un plan traidor para poder eliminarlo.

Para muchos era una molestia ya que llevaba la guerra demasiado rápido hacia una salida militar. Esto no era bueno ni para los comerciantes de la muerte ni para los políticos de la guerra popular prolongada o los conflictos de baja intensidad, era un estorbo para todos ellos.

Joaquín Villalobos, su más acérrimo enemigo, siempre se ha adjudicado la autoría material e intelectual del asesinato y actualmente sus descendientes exhiben como un trofeo de guerra los restos del helicóptero en el que murió en el llamado “Museo de la Revolución” sin que nadie lo reclame, pero la verdad es que ese cuentecito de la

“Radio Venceremos” solo lo puede creer un ingenuo que crea que Domingo Monterrosa era uno de ellos.

La autopsia del cuerpo del Héroe de Joateca revela una explosión en la parte superior de la nave aérea en la que se transportaba…la historia juzgará en su momento. ¡Monterrosa Vive!

EL LEGADO HISTÓRICO DEL CORONEL MONTERROSA

A 26 años de la muerte heroica del Teniente Coronel Domingo Monterrosa en un accidente aéreo aun no esclarecido, es necesario realizar un análisis del legado de este auténtico héroe nacional, de tanto o mayor kilataje que Morazán, Barrios, Bracamonte y Belloso.
En primer lugar Monterrosa nos enseña que el hombre puede alcanzar sus más altas aspiraciones cuando se lo propone y aplica sus mejores esfuerzos en la consecución de sus objetivos. De la cuna humilde saltó a la vida militar, pudo haberse quedado trabajando la tierra y morir sin pena ni gloria, pero ese no era su destino: su misión era la de encarnar el patriotismo cargado con heroismo en favor de la verdad, de la libertad y de la paz.
Supo vivir con ideales, rechazó el enriquecimiento ilícito, vivió de su trabajo, sufrió muchos reveses en la vida pero no le importó: vivía por lo que amaba, la vida militar, y amando lo que hacía, amaba a quienes compartían con él esa realidad, por eso fue un padre para sus soldados, esa era la misión que supo reconocer que Dios le daba, ser sus brazos para acoger a la tropa que le confiaba.
Supo combatir sin odio, solo por amor a la Patria y a la Libertad. Se mantuvo al margen de los vaivenes de la política en tiempos de completa ideologización, ni siquiera por que uno de sus compañeros de tanda era el máximo lider de la derecha, nunca cedió a la tentación de la politización de la Fuerza Armada, la mantuvo apolítica, no deliberante y esencialmente obediente.
Comprendía y se conmobía en el contacto directo con la gente sencilla, porque él nunca olvidó su origen. Huyó como de la peste del consumismo, de los lujos y de las comodidades.
Monterrosa Barrios nos ha enseñado lo que debe ser un verdadero salvadoreño, desde el humilde recluta de un destacamento hasta el General de División más condecorado, nos enseña que las armas se portan por honor y con honor, nos recuerda que la vida debe vivirse por un ideal y si es necesario hay que morir por él.
Un día la historia le hará justicia, un día este árbol frondoso dará frutos del mil por uno, un día la fuente de sus recuerdos inspirará la carrera de los mejores militares de la Nación y se comprenderá por qué Arce dijera un día que el Ejército vivirá mientras viva la República.
¿Quien mejor que un militar para demostrar lo que es el verdadero amor patrio cuando se tiene la dicha de morir por la Patria?
La sangre del Charly Monterrosa ha regado generosamente la tierra salvadoreña y poco a poco sabremos reconocer los frutos de este sacrificio, de esta vida que se entregó sin esperar más recompensa que saber que se ha cumplido con el deber.
Cada uno de nosotros morimos con Monterrosa, pero tamnbién cada uno de nosotros recibimos la antorcha de manos del Charly para poder seguir iluminanando con la luz de la verdad y el patriotismo los pasos de esta joven democracia que con la entrega de la propia vida Él ayudó a implementar.
Ahora descansa en la eternidad destinada para los valientes y que se le niega a los pusilánimes y cobardes. Su nombre entró a la eternidad como entraron los nombres de los valientes.
Monterrosa será siempre sinónimo de valor, heroismo, entrega, verdad, patriotismo, arrojo y gallardía.
¡La corona de la gloria adorna las sienes de Monterrosa Barrios! Su ejemplo arrastrará multitud de jóvenes a seguir su ejemplo y la hostoria ya fue escrita en letras de oro en el Libro de la Vida.
Por la Patria y con Dios!!!

Sgto. Guido Miguel Arturo Castro

EL VALOR Y EL ARROJO: CARACTERISTICAS DE MI CORONEL MONTERROSA.

Los héroes de la historia siempre han poseído características y virtudes de las que el resto de mortales carecemos, las cuales con el tiempo los vuelven inmortales en la memoria de los pueblos.

Domingo Monterrosa era un hombre fuera de serie, inteligente, capacidad mostrada desde sus estudios primarios y secundarios; generoso, en la entrega que tuvo con los niños de la marginal Tutunichapa a quienes mostraba el camino para llegar a Dios con la catequesis de la primera comunión y luego con sus soldados a quienes cuidaba como a sus propios hijos; y en la formación militar y en el combate mostró dos joyas que muy pocos hombres de armas poseen: valentía y arrojo.
Estas virtudes las adquiere solamente aquel que ha perdido el miedo a la muerte, porque ha comprendido que todos caminamos hacia ella y es preferible tenerla de amiga que huir de ella, porque ha entendido su vocación trascendental, que la vida terrenal no tiene sentido si no es para sacrificarla en favor de los demás, debiendo llegar si es necesario a dar la vida por los demás, como lo hizo el Gran Maestro y como lo haría él aquel trágico 23 de octubre del 84.
Domingo Monterrosa sí comprendió, desde el día en que prestó juramento a la Bandera, que había nacido para ofrecer su vida por el engrandecimiento de su Patria, que regaría con su sangre el suelo patrio en ofrenda permanente a su pueblo, por su libertad y por la paz. Esa percepción le permitió siempre actuar con valentía y arrojo, preparándose para ser el mejor soldado que ha visto nacer la gloriosa Fuerza Armada.
Lo hizo en la campaña de la Dignidad Nacional comandando una fuerza de expedicionarios de la Benemérita Guardia Nacional, actuando además con honor al impedir cualquier abuso contra la población civil o contra los militares hondureños tomados prisioneros. Lo hizo en la fundación del Batallón de Paracidístas, destacándose como el hermano mayor de nuestra hermandad de la seda, siendo justo recordar a su fiel amigo el perro Huragán a quien entrenó y transmitió su valentía haciéndolo el primer perro paracaidista de El Salvador, digno miembro del Batallón y que ahora le acompaña en el cielo luego de haber perecido cuando su paracaidas no se abrió en Amatecampo. Era el primero en saltar, con valor, arrojo, temperamento y técnica; imprimía un carisma especial a los reclutas que realizaban su curso de paracaidistas, provocó que el uniforme caki y la boina ocre de los paracidístas sobresaliera en cualquier parada o desfile militar.
Posteiormente demostró estas virtudes en la fundación del Batallón de Reacción Inmediata Atlacatl: el mejor batallon de fuerzas especiales que ha conocido El Salvador. Su arrojo se transmitía en la instrucción militar que impartían los boinas verdes, al aprender sus soldados a soportar el dolor, a vencer las condiciones adversas, al adquirir la habilidad y fuerza nacional para ser un comando Atlacatl, a no tenerle miedo a la muerte, a dar la vida por la patria sin dudarlo ni una fracción de segundo, a salir de las situaciones más adversas con éxito. Él mismo les demostraba a los soldados que las pruebas era posible pasarlas, corría los obstáculos, pasaba las pruebas, subía la cuerda muerta, soportaba el cansancio, si no recordemos el trote desde la Fuerza Aérea al Hotel El Salvador…
Y luego en el combate. Entraba en la priemra linea de fuego, no temía disparar al descubierto, le daba valor y hasta rescataba soldados que flaqueaban en el fragor del combate, evadía las balas y las esquirlas porque sabía que no existía ninguna que tuviera su nombre, parecía que sabía que el Señor le había deparado una muerte igual que la suya: traicionado…sus enemigos le temían en el enfrentamiento cara a cara…
Qué soldado no quería servir y hasta morir a su lado, qué slodado ahora no se enorgullece de haber portado el parche del indio Atlacatl en su brazo izquierdo, muchos perdidos en el mundo, sin fortuna, sin familia, sin destino cierto, poseen el tesoro más grande que el Señor les podía ofrecer: servir a la Patria a la par del más grande soldado nacido de mujer en esta tierra cuscatleca, pueden morir en paz porque tienen algo que solo unos pocos pudieron hacer: ser miembros del insigne Batallón Atlacatl al mando del Teniente Coronel Domingo Monterrosa Barrios.
Finalmente al mando de la zona militar más candente de toda la guerra y del principal cuartel de la zona oriental, sabía transmitie estas características a los comandantes, jefes, oficiales, clases y soldados: era una leyenda viviente, era un heroe que podía ser conocido en vida porque caminaba junto a ellos, desembarcaba junto a ellos, comía junto a ellos, sufría y celebraba la victoria junto a ellos de esa manera tan particular que tenía de hacerlo…
Y todavía después de su desaparición física, mientras se reagrupa con los demás paracaidista en el cielo, su ejemplo y recuerdo nos sigue transmitiendo la valentía, el arrojo y la gallardía que solo un hombre de su estatura moral y física puede hacerlo, un recuerdo que permanecerá imperecedero mientra existamos hombres que reconozcamos su entrega a los más altos ideales de la Patria.
¡¡¡¡Monterrosa vivirá mientras viva el Ejército!!!!
Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

¿QUIEN MATÓ AL CHARLY MONTERROSA?

Desde hace más de 25 años, los apátridas del ERP comandados por Joaquín Villalobos, se han llenado las fauces diciendo que ellos mataron a mi Charly Monterrosa, y se inventaron un cuento de que dejaron abandonado un transmisor de la Radio Venceremos taqueado de explosivos y que con un altímetro activaron un detonador.
Desgraciadamente el silencio cómplice de sus compañeros de armas permitieron que una mentira de ese tipo, de tanto repetirse, se volviera una verdad aceptada por todo el mundo.
Qué fácil le salió el mérito a esas ratas de albañal que corrían en sus famosas “guindas” huyendo del poderío y de la efectividad de las fuerzas comandadas por Monterrosa Barrios. Ellos mismos lo declaran en los panfletos que tantas universidades y editoriales de mala muerte les han publicado, al oir el rugir de los aerotransportados huían en desvandada dejando tras de sí los campamentos casi intactos, llenos de trampas cazabobos. He aquí el primer error de su mentira: MOnterrosa estaba acostumbrado a lidear con trampas cazabobos, crees tú, hermano de las armas, que mi Charly iba a trasladar un aparato de transmisión sin revisarlo previamente, sería contradecir su espíritu guerrero, su perspectiva militar, su astucia como comandante de campo, no es más que una vulgar mentira.

La explosión que mató a mi Charly vino desde arriba del pájaro, una de dos, o explotó la turbina (estos pájaros venían de la guerra de Vietnam y hace tiempo que había terminado su vida útil), o se colocó el explosivo en la parte de arriba del helicóptero. El cuerpo de mi Charly fue recogido decapitado, o sea, murió por una exploción producida arriba de su cabeza, si la explosión hubiera sido en el famoso transmisor, su cuerpo hubiera explotado en mil pedazos y no hubieramos recogido nada.

Quizás ahora es dificil investigar la verdadera causa de su muerte, lo cierto es que es necesario desmentir a los que se han lucrado y vanangloriado contando esa patraña. y que se dan el lujo hasta de exibir en un tal “Museo de la Revolución” en Perquín, los restos del pájaro sin que las autoridades militares muevan un dedo para recuperar esos restos.
Hermanos, un día vimos a otros compañeros dejar las entrañas en las montañas de este país por una guerra que se nos impuso desde afuera, creo que nuestros héroes merecen un mejor trato, una memoria con más dignidad, un homenaje más sincero de una nación que es lo que es gracias al sacrificio que implicó el derramamiento de su sangre.
A José Domingo Monterrosa Barrios lo mataron los mercaderes de la guerra, los mercaderes de la muerte, él entregó voluntariamente su vida porque así lo juró ante el altar de la Patria, pero su pecado era ir muy rápido, si le hubieran dado los recursos necesarios, hubiera terminado con la guerra en un par de años o menos, pero el negocio era bueno y él no era de esos mercaderes. Su honor y su honestidad valía más que cualquier cantidad de dinero manchada con sangre y deshonor.
Ha llegado la hora de la verdad, ha llegado la hora en que el nombre del charly Monterrosa sea reivindicado y se eleve a los altares de los heroes, al mismo nivel que Morazán, Barrios, Arce, Bracamonte y Belloso.
¡Honor a quien Honor Merece!
Su memoria vivirá mientras viva la República
¡Por la Patria y con Dios!

Sgto. Guido Miguel Arturo Castro

“DOMINGO MONTERROSA ES UN HÉROE”

EL DÍA DE AYER, PLATICANDO CON UN CORONEL DEL ARMA DE INGENIEROS , LE PREGUNTABA ¿QUÉ PENSABA DEL CORONEL MONTERROSA? Y SIN AMBIGUEDADES ME RESPONDIÓ: “DOMINGO MONTERROSA ES UN HÉROE”
ESTA CONCEPCIÓN QUE LOS HOMBRES DE ARMAS TIENEN DE MI CHARLY DEBE PROPAGARSE A LOS CUATRO VIENTOS, DECIRLO CON ORGULLO, REIVINDICAR SU MEMORIA, LIMPIARLA DE TANTA PORQUERÍA QUE LOS ENEMIGOS DE LA PATRIA LE HAN LANZADO.
A MEDIDA QUE SE CONOCE LA PERSONALIDAD Y LA OBRA DE DOMINGO MONTERROSA VAMOS ENCONTRANDO AL HOMBRE, AL PADRE, AL HIJO DE DIOS Y AL SOLDADO QUE EL CREADOR QUIZO MOLDEAR EN ÉL.
HA LLEGADO LA HORA DE LA CONTRAOFENSIVA, HASTA AHORA HEMOS CALLADO FRENTE A LAS AGRESIONES RECIBIDAS DE LA IZQUIERDA FLASEARIA Y RECLACITRANTE, SE HAN JACTADO DE SU ASESINATO SIN QUE HAYAN TENIDO NADA QUE VER, APROVECHANDO EL SILENCIO DE QUINES EN SU MOMENTO DEBIERON REIVINDICARLO.
TODAS LAS NACIONES POSEEN EN SU MEMORIA HISTÓRICA A HOMBRES QUE POR SU EJEMPLO MERECEN OCUPAR UN SITIAL DE HONOR EN EL ALTAR DE LA PATRIA, Y DURANTE MÁS DE 25 AÑOS HEMOS NEGADO ESTE HONOR A MI CHARLY, ES HORA DE CONTAR SU VERDAD, SU OBRA, SU LEGADO, PARA QUE NUEVAS GENERACIONES DE PATRIOTAS PUEDAN SEGUIR SU EJEMPLO, PARA QUE NADIE MÁS VUELVA A MENTIR SOBRE SU HONOR SIN SUFRIR LAS CONSECUENCIAS DE LA IGNOMINIA.
HA LLEGADO LA HORA DEL CORONEL MONTERROSA, QUE DESDE EL MÁS ALLÁ MIRA ENTRISTECIDO A SU PATRIA, PORQUE SU ANHELO ERA QUE VIVIERAMOS EN PAZ, ESE ERA EL SENTIMIENTO QUE TRANSMITÍA A LA GENTE CADA VEZ QUE SE DIRIGÍA A ELLA EN LAS ZONAS LIBERADAS DEL AZOTE DE LA GUERRILLA.
LA FOTO EN QUE SU MIRADA SE PIERDE HACIA EL INFINITO DEBE INSPIRARNOS A PENSAR EN CONSTRUIR UN EL SALVADOR MEJOR, LLENO DE PAZ Y PROSPERIDAD, DE IGUALDAD Y DE JUSTICIA, TAL COMO ÉL LO SOÑO.
AHORA DESCANSA EN PAZ JUNTO A SU CREADOR COMO PREMIO A LA MISIÓN CUMPLIDA, PERO AQUÍ EN EL MUNDO LOS QUE LE RECORDAMOS CON ORGULLO DEBEMOS TRABAJAR POR CUMPLIR SUS SUEÑOS, ESA ES LA MEJOR MANERA DE HONRAR SU MEMORIA Y EVITAR QUE LOS MERCENARIOS SIGAN MANCHANDO SU RECUERDO.
POR LA PATRIA Y CON DIOS

SGTO. GUIDO MIGUEL CASTRO

TENEMOS QUE REIVINDICAR LA MEMORIA DE DOMINGO MONTERROSA

Hay que conocer la vida del coronel Monterrosa para juzgarlo en su verdadera dimensión.

Desgraciadamente la sociedad salvadoreña solo tiene la versión difundida por los apátridas de la izquierda que han pretendido profanar la memoria del Charly dados los innumerables golpes estratégicos con los que golpeó a la guerrilla. De haber seguido con vida la guerra hubiera acabado en la mitad del tiempo que duró.

Domingo Monterrosa, un niño normal, hasta cierto punto tímido, creció en la ciudad de Berlín y luego se mudó a San Salvador a concluir sus estudios secundarios. Antes de pensar en la carrera de las armas pensó seriamente en ingresar al sacerdocio, de hecho, en sus ratos libres preparaba para la primera comunión a los niños de la comunidad Tutunichapa sobre la 25 avenida norte de San Salvador.

Sin embargo, el ingreso a la Escuela Militar no restó trascendencia a la misión que Dios le había encargado sobre la tierra. Su lema “Por la Patria y con Dios” refleja sus dos grandes ideales: la fidelidad a Dios y a los mpas altos intereses de la Patria.

Por ello es ridícula la campaña montada por la izquierda tratando de manchar su honor por hechos que no cometió y con el único respaldo de una mujer quien nunca dijo que el charly estuvo en el Mozote, el odio deviene de su éxito en las campañas militares que emprendió y en la efectividad del glorioso Batallón Atlacatl, su único pecado fue hacer las cosas bien hechas y golpear contundentemente a los enemigos de la Patria.

Domingo Monterrosa siempre fue querido por la gente, se ganaba su cariño con su sinceridad y entrega a una causa justa. Militarmente siempre fue fiel a la constitución, de hecho, llegó a rechazar una petición de golpe de estado que recibió de políticos y ex militares que pretendían subvertir el orden constitucional, así era de patriota. Se negó siempre a recibir a los políticos, incluido un antiguo compañero de tanda, su apoliticidad se traducía en entrega a la Patria.

Con sus soldados era un padre, un amigo, los animaba siempre a no desfallecer aun en lo más cruento del combate, aun cuando todo parecía estar perdido, domingo Monterrosa sacaba fuerzas de flaqueza y salía siempre adelante.

Pero su memoria no ha sido reivindicada, por ello, los que lo amamos, que lo recordamos y consideramos el ideal del soldado salvadoreño, tenemos que honrar su memoria y proclamar la verdad de su vida, de su obra, de sus sueños, de su legado para las futuras generaciones. ¡Honor a quien honor merece!

Domingo Monterrosa Barrios vivirá para siempre en el corazón de todos los verdaderos salvadoreños y pesará en el de los apátridas que pretenden mancillar su recuerdo.

“Por más que los cerdos se rasquen en el portentoso tronco de la secoya nunca horadarán su estirpe”

Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

HABLANDO DEL CORONEL MONTERROSA CON LA GENTE

Este día le preguntpe a una viejita del norte de San Miguel si se acordaba del Charly Monterrosa y sin dudarlo un segundo, despupes de veinticinco años, me dijo que sí.
“Siempre que pasaba por el pueblo llegaba a mi casa y me encargaba tortillas y frijolitos para él y la tropa, siempre me las quería pagar y yo nunca se lo acepté, pero siempre se lo dejaba a un vecino que me lo daba cuando me veía en apretasones, en la guerra todos pasabamos necesidad, pero Monterrosa siempre fue cabal, nunca nos exigió nada, siempre pedía las cosas por favor. Colgaba su hamaca una horita en el corredor y se dormía mientras estaban las tortillas, los frijolitos y de vez en cuando la cuajadita, con suerte se llevaba su pedacito de carne si habia destace en el pueblo”
“Era bajito, morenito, indito como ayó”, me dijo la ancianita.
“A un mi sobrino, cuando estaba en el cuartel del San Miguel, como el bicho era más chiquito que él, se lo echaba en el lomo para pasar el Totolo que a veces estaba bravo…”
Esta es la percepción sencilla y humilde de una mujer del pueblo sobre la personalidad del Charly Monterrosa, un hombre sencillo, compun y corriente, honrado, humano, amado por la gente, considerado, justo.
Es tiempo que los que una vez portamos con honor el uniforme y los que se honran actualmente de portarlo, exaltemos su figura y lo mostremos a las presentes, pasadas y futuras generaciones como el heroe que fue, como el ejemplo a seguir, como la figura emblemática que llegó a ser el coronel José Domingo Monterrosa Barrios.
Las montañas de Morazán estan llenas de piedras preciosas, de los diamantes, zafiros y esmeraldas que salieron envueltas en llamas del fusil del Coronel Monterrosa, como quisiera tener entre mis tesoros y recuerdos de guerra una sola de esas balas, muchas de las cuales lograron su objetivo y despacharon al más allá a los traidores de los mpas altos intereses de la Patria.
Sin embargo solo nos queda su figura inmortalizada en la foto en la que se le ve cruzando el Totola, firme, seguro de sí mismo, valiente, todo un titán, un ejemplo a seguir, invitándonos a cruzar las dificultades de la vida y acudir en lad efensa de la Patria sin reparar esfuerzos y aun a costa de nuestra propia vida, tal como reza el juramento con el que nos consagramos como soldados de la patria.
Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

MONTERROSA ES EL SÍMBOLO DEL VERDADERO PUEBLO SALVADOREÑO

El Teniente Coronel Domingo Bonterrosa Barrios es la síntesis y el símbolo del verdadero pueblo salvadoreño, ya que resume en su persona y en su espíritu la historia y la gloria de un pueblo, la valentía y el honor, la garra y el coraje del espíritu salvadoreño que nunca se ha acobardado ante las viscicitudes de la vida y de la historia.

En su sangre se unieron la hidalguía indígena y la nobleza española, su carácter era el de los antiguos caballeros medioevales para quienes el honor determinaba su vida, y por otra parte encarnó la valentía del indígena que en total desigualdad de condiciones se enfrentó a las armas de fuego y fue capaz de herir al propio Alvarado dejándolo cojo para toda su vida.
Monterrosa amaba profundamente a su pueblo y se compadecía de él porque venía de allí. Jugó, estudió, lloró y gozó en las empedradas y polvosas calles de Berlín, se educó con los del pueblo, y cuando volvió, lo hizo para liberarlo del yugo comunista que lo mantenía esclavizado en los enclaves guerrilleros, prezas del miedo y bajo la amenaza de muerte.
Nunca dirigió su fusil contra el pueblo, solo contra los enemigos del pueblo, se sacrificó hasta derramar la última gota de sangre, sabía que lo haría y no rehuyó de la muerte, más bien salió a su encuentro porque los seres eternos saben que la muerte solo es el principio de la felicidad.
Monterrosa nunca perdió la humildad que caracteriza al hombre del pueblo, nunca se avergonzó de su origen, nunca se enriqueció ilícitamente, lo sirvió hasta el extremo de dar la vida, la dió como quien entrega lo que no es suyo, porque como buen paracaidista, sabía que el verdadero reagrupamiento es en el cielo, no en la tierra.
Algún día la historia sabrá reconocer las virtudes de “Carlos”, algún día se erigirán monumentos hasta donde libremente podremos recordarlo los que lo admiramos y amamos de verdad, algún día la nación sabrá agradecerle todo el bien que le hizo, porque en los días más aciagos del conflicto, él supo dar la mayor cuota de sacrificio del ejército, dirigió a los mejores soldados porque él era el mejor soldado que ha parido el Glorioso Ejército Nacional.
¡Loor al único heredero legítimo de Arce y Barrios!
¡Gloria al Hijo Meritísimo de la Patria!
Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

MONTERROSA Y EL PUEBLO

El Teniente Coronel José Domingo Monterrosa Barrios era ante todo un hombre del pueblo. De aspecto humilde, nunca entró en los esquemas de los jefes plagados de medallas, no él ante todo era soldado, se vestía como un soldado, luchaba como el mejor de los soldados, comía junto a los soldados, congeniaba con los soldados, con los hijos del pueblo, sufría con ellos, se desvelaba con ellos y velaba por ellos.
Su gran aspiración era liberar al pueblo más humilde, a los campesinos, del flagelo de los delincuentes terroristas que en base al miedo los obligaban a apoyarlos en las retaguardias estratégicas y a ser usados como carne de cañon y escudos humanos.
Nunca le robó al pobre, nunca exigió, siempre pidió de favor y recompensó los servicios que se le prestaban.
Su vestir era el del hombre humilde, nunca tuvo nada y por eso no cuidaba nada, lo arriesgaba todo, porque desde que pronunció con hidalguía su juramento a la bandera, se dio cuenta que lo había entregado todo a la Patria, hasta su propia vida, por eso coqueteaba con la muerte, era su compañera en los combates, en cierta medida ella lo respetaba.
Nunca vio de menos a nadie, solo a los rastreros traidores a la patria, siempre reconoció el valor de cada persona, de cada soldado, de cada clase, de cada oficial, por Monterrosa no costaba dar la vida.
Cuando se dirigía a la gente de las zonas liberadas de terroristas, lo escuchaban y sentían que les transmitía seguridad, confianza. Hablaba como la gente compun y corriente, nunca rebuscó las palabras de su mensaje, siempre se ponía en el lugar de quien lo escuchaba.
Nunca escribió nada, porque solo tenía tiempo para combatir. Sabía que cada segundo contaba para luchar por alcanzar la paz, él nunca peleó por generar más guerra, él quería acabar con la guerra porque esta hacía sufrir a la gente.
Pocas personas han amado tanto a su pueblo como Monterrosa Barrios y pocos han sido tan incomprendidos como él.
Su problema era que su personalidad y comportamiento hacían ver mal a otros, cuando se le proponía como ejemplo a seguir pocos eran capaces de emularlo, porque hacerlo implicaba dejarlo todo y entregar hasta la vida, sin medida, sin límites, entrega total a la Patria, hasta la última gota. Amó a su pueblo hasta el rictus del dolor.
Qué honor el de aquellos que combatieron junto a él y que gloria para los que murieron con él. Qué envidia de los que murieron bajo su mando o su inspiración y qué compromiso para los que sobrevivimos y lo tenemos como el paladín de la verdad. Si no continuamos con su legado entonces somos unos hipócritas, pero si lo hacemos, aún a costa de nuestra propia vida, seremos merecedores que se nos coloque con sangre la bella insignia de nuestro BIRI Atlacatl, similar a una orden de caballería, merecedora solamente para aquellos que han comprendido lo que significa el honor, la lealtad, la hidalguía, el amor patrio.
Sus manos eran encallecidas, reflejo de toda una vida llena de sacrificios, sus botas siempre polvosas de recorrer los caminos y veredas de El Salvador, sus uniformes siempre desgastados por el uso en el combate, su fusil siempre al rojo vivo y con el selector en ráfaga, su corazón siempre desbordante de amor patrio.
Su sombrero llegó a ser un símbolo, empapado por el sudor y privilegiado de cubrir la cabeza del mejor soldado salvadoreño, su cuchillo al pecho, listo para el combate cuerpo a cuerpo, sus cargadores llenos siempre prestos al combate, su mirada siempre lista para la acción.
¡José Domingo Monterrosa Barrios! Vivirás en el corazón de los humildes porque solo ellos pueden comprenderte ya marte porque tú eras uno de ellos.
Por la Patria y Con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro

EL 23 DE OCTUBRE TODOS NOS QUEDAMOS HUERFANOS

Cuando empezó a difundirse la noticia de la muerte de mni Charly Monterrosa todos los que ya portaban el uniforme y los que aspirbamos a portalos, nos quedamos huérfanos, junto a él murió una parte de nuestro corazón hasta el día en que junto al Señor nos pase revista en el Cielo.
Al morir Monterrosa Barrios se moría lo mejor del Ejército Nacional, sin faltar a la memoria de tantos hermanos jefes, oficiales, clases y soldados que ofrendaron su vida por la Patria, sin ofender al resto de la oficialidad que nos condujo durante la guerra, sin faltar a todos ellos, puedo afirmar sin temor a equivocarme que José Domingo Monterrosa Barrios ha sido el mejor soldado que ha parido el ejército nacional.
Sin embargo la hostoria no lo ha juzgado en su correcta dimensión, las autoridades civiles no han dimensionado el papel que desempeñó en la guerra durante su vida y despúes de su cobarde asesinato. Porque él nos sirvió a muchos de inspiración para salir vivos de la guerra, para no desmayar en los momentos más cruentos del combate, a no bajar la guardia cuando el cansancio, el hambre y la voluntad nos traicionaban. En ningún lugar, fuera de las unidades militares, puede observarse una plaza o un monumento al Heroe de Joateca, por el contrario se lo han levantado a terroristas como Arafat o a perfectos desconocidos para nuestra cultura solo por quedar bien con determinados gobiernos.
Con Monterrosa todos empezamos a morir porque su muerte no fue con honor, fue traicionera, ignominiosa, y desgraciadamente a quienes les tocaba investigar no lo hicieron.
Me imagino el dolor de los miembros del Batallón Atlacatl y de la Tercera Brigada, una extraña mezcla de rabia, impotencia y dolor. No poder hacer nada en ese momento, no haberle dado ni siquiera el honor de haber muerto en combate, era inconcebible.
En ese momento los verdaderos patriotas nos quedamos huérfanos del hombre que representaba la lucha con honor, el patriotismo, el hombre que resumía las aspiraciones de todos los hombres que a lo largo de la hostoria habían luchado por los más altos intereses de la Patria.
Pero como dignos hijos de tal Padre, nuestro dolor tiene que traducirse en lucha por mantener vivos los ideales de Monterrosa Barrios, en honor al vivir tal como él vivía, en lealtad a la Patria, en amor por nuestros hermanos salvadoreños. Ese será el mejor homenaje que podemos rendirle a nuestro querido y recordado Teniente Coronel José Domingo Monterrosa Barrios, quien ¡Murió por la Patria!
Por la Patria y con Dios

Sgto. Guido Miguel Castro